Escrito por: Esteban Fuentes
Esta publicación fue obtenida de la plataforma: La Nacion
Pareciera que los tiempos que transcurren son quiméricos. Una guerra a gran escala estalló un día como hoy, hace exactamente un año, en Europa, cuando tropas rusas invadieron Ucrania. Desde ese momento se ha mantenido un combate sin tregua, donde el sufrimiento de la población no cesa en comparación con las balas y bombardeos.
Las primeras semanas del conflicto entre Rusia y Ucrania se desarrollaron en tensión luego de que la nación liderada por Vladímir Putin atacara desde Belarús, situada en el norte; desde tierras rusas del noroeste y este; y desde Crimea, península anexada en 2014. No obstante, sus ofensivas en el norte se encontraron con una férrea defensa en la capital ucraniana de Kiev, por lo que no lograron cumplir con su objetivo frente a los soldados ucranianos, quienes contaban con el apoyo armamentista de Occidente.
Ante la tenacidad de la defensa, las tropas rusas decidieron cambiar de objetivo y, en marzo, fijaron sus miras hacia el este, a la región de Donbás, lugar en el que los rebeldes prorrusos mantienen combate contra las fuerzas ucranianas desde 2014.
NACIONES CON VÍNCULO HISTÓRICO
Ambas naciones poseen un vínculo casi sanguíneo que se remonta a la Edad Media, bajo el contexto de Kievan Rus, una federación política medieval que se situó en lo que es la actual Bielorrusia, Ucrania y parte de Rusia. No obstante, por separado, desarrollaron su propia cultura, un idioma y evolucionaron por sendas distintas, las cuales se unían mediante una raíz común.
Fue durante el siglo XVIII cuando grandes extensiones del territorio ucraniano se anexaron al Imperio Ruso debido a su exponencial advenimiento. Dos siglos por delante, Ucrania formó parte de la Unión Soviética. La anhelada independencia llegaría ad-portas del nuevo siglo, en 1991, año en que la URSS se disolvió tras un fallido golpe de Estado contra Mijaíl Gorbachov. Ucrania proyectó su interés en la OTAN —alianza militar intergubernamental liderada por Estados Unidos que se enfrentó durante el transcurso de la Guerra Fría al pacto de Varsovia— para asegurar su independencia.
Hace doces meses, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, decía que “tras la caída de la Unión Soviética, Rusia reconoció todas las nuevas realidades geopolíticas y, como saben, trabajamos activamente para reforzar nuestra cooperación con todos los países independientes surgidos en el espacio postsoviético (…) Tenemos la intención de trabajar así con todos nuestros vecinos, pero con Ucrania la situación es diferente. Esto se debe a que, por desgracia, el territorio de este país está siendo utilizado por terceros países para crear amenazas contra la propia Federación Rusa. Esa es la única razón”.
Anteriormente, en julio de 2021, Putin declaró en un extenso ensayo que rusos y ucranianos eran “un solo pueblo”, y agregó que Occidente fue el encargado de corromper a Ucrania, alejándola de Rusia mediante un “cambio de identidad forzado”.
El académico de la Facultad de Derecho de la Universidad Central, Edgardo Riveros, señala, en conversación con La Nación, que Putin ha tenido como “elemento de referencia lo que era el posicionamiento internacional de la Unión Soviética y eso él lo tiene como un referente que le hace pensar en que Rusia, como tal, debiera recuperar el poderío, parte del poderío y presencia que la Unión Soviética tenía. Y esa situación indudablemente influye en su conducta (…) Esto proyectado a la invasión a Ucrania es indudable que factores de esa naturaleza han estado presentes. Ahora bien, para llevar a cabo estas estrategias de reposicionamiento, de búsqueda, de presencia en lo que fueron la ex república soviética, como es el caso de Ucrania, ha tenido que violar de manera flagrante, sin lugar a dudas, el derecho internacional”.
CIFRAS QUE SON MÁS QUE NÚMEROS
Desde el inicio de la invasión rusa, las cifras de fallecidos han sido complejas de estimar debido a la tenacidad del conflicto, además de que los balances oscilan dependiendo del organismo o nación que los entregue.
Un ejemplo de ello es lo siguiente: Moscú, desde su última actualización en septiembre del año pasado informó que 5.937 soldados habían perdido la vida en combate. En ese entonces, el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigou, rechazó cualquier informe que insinuara una cifra superior. Por su parte, en agosto pasado, el comandante en jefe de las fuerzas armadas de Ucrania, detalló que hasta ese momento de la guerra el país había perdido cerca de 9.000 compatriotas.
En el mes de noviembre, desde Norteamérica, el jefe del Estado Mayor conjunto de EEUU, Mark Milley, estimó que cerca de 100.000 soldados rusos y 100.000 soldados ucranianos habían muerto o resultado heridos.
No obstante, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) declaró que desde el inicio del conflicto al 11 de septiembre de 2022 registró 14.248 bajas civiles en Ucrania; 5.827 fallecidos y 8.421 personas heridas. Del número de muertos, un total de 2.270 eran hombres; 1.559 mujeres; 153 niñas y 187 niños; a lo que se le suman 35 infantes y 1.623 adultos cuyo sexo se desconoce.
El organismo asegura que la mayoría de las bajas civiles se debieron al uso de “armas explosivas con efectos de área amplia, incluidos bombardeos de artillería pesada, sistemas de lanzamiento de cohetes múltiples, misiles y ataques aéreos”. Por su parte, según datos recogidos por el gobierno ucraniano, cerca de 2.917 instalaciones educativas han sido bombardeadas, en las que 600 de ellas fueron totalmente destruidas. Asimismo, detallaron que 745 centros sanitarios fueron blanco de los ataques.
Sobre la misma línea, y en concordancia con el último informe compartido por la ONU, hasta el 18 de diciembre de 2022 se registraron 17.595 bajas civiles en el país, donde 6.826 corresponden a fallecidos y 10.769 a heridos. De las cifras fatales, 2.686 eran hombres; 1.882 mujeres; 174 niñas y 218 niños, además de 38 niños y 1.890 adultos cuyo sexo no ha sido identificado.
Dentro de los heridos, 2.336 son hombres, 1.690 mujeres, 224 niñas y 314 niños. Se repite el desolador escenario de que hay cifras que no pueden ser reconocidas: 252 niños y 5.953 adultos. Las bajas aumentan en las regiones de Donetsk y Luhansk, donde alcanzan el desolador número de 9.620: 4.036 muertos y 5.584 heridos.
Cabe destacar que la totalidad de las bajas no fueron incluidas en el informe, ya que a la fecha de la publicación siguen pendientes de corroboración.
LOS BOLSILLOS DE LA GUERRA
El Ministerio de Hacienda ruso publicó durante la segunda semana de febrero que la nación acumuló en enero un déficit de 23.270 millones de euros, lo que es equivalente a 14 veces más que el déficit de 12.500 millones de rublos (1.638 millones de euros) del primer mes de 2022 y un 60% de lo presupuestado para todo el año 2023, convirtiéndose en el peor arranque de año desde 1998.
Por otra parte, los ingresos procedentes de la venta de petróleo y el gas descendieron un 46% en comparación con el panorama del año anterior y los gastos se vieron aumentados un 59% debido a las exigencias que demanda la guerra. Por ello, el Kremlin anunció el 10 de enero que deberá reducir su producción en 500.000 barriles diarios, medida a la que se le suma al aviso del Banco Central sobre el probable aumento en los tipos de intereses.
“En Europa han tenido que pagar costos altos en materia económica, pero también eso les ha significado tomar medidas estratégicas para reemplazar la dependencia, por ejemplo, energética que existía con Rusia. Y Rusia, debe también ponderar de qué manera una acción como la que ha desarrollado debilita un entendimiento económico con Occidente que les era favorable, porque ser proveedor energético, ser proveedor de granos, tanto en la energía como factor productivo y los granos como elemento de alimentación, son factores estratégicos muy importantes”, explica Riveros.
Tal vez, los dichos del secretario general de la organización del Tratado del Atlántico del norte (OTAN) ilustran de mejor manera el panorama que tiñe a Europa: “El precio que pagamos es en dinero. Mientras que el precio que pagan los ucranianos es en sangre. Si los regímenes autoritarios ven que la fuerza es recompensada, todos pagaremos un precio mucho más alto. Y el mundo será más peligroso para todos”.
EL MILITAR Y EL COMEDIANTE: LOS LÍDERES DE LA GUERRA
La imagen de Vladímir Putin siempre fue férrea; su presencia imponía respeto y proyectaba una fachada de estratega astuto. Pero esto iba mucho más allá de proyectar. En 1975, Putin se unió al Comité de Seguridad del Estado (KGB), donde formó parte del personal de la primera Dirección General de Inteligencia Extranjera, es decir, una vida tempranamente ligada a la política y lo militar.
Volodímir Zelenski, por su parte, era reconocido como un famoso actor y comediante, recordado por su papel en la serie “Servidor del pueblo”. En ella encarna a un profesor de universidad que se convierte en el presidente de Ucrania ¿Coincidencia?
“Seguramente Putin pensó en una guerra de muy rápido desarrollo, una suerte de blitzkrieg, siguiendo el concepto alemán, una guerra rápida. Tenía él como antecedente lo que había ocurrido en Crimea el año 2014, por lo tanto, pensó que podía desarrollar una acción y de guerra rápida y que, por lo tanto, en poco tiempo iba a lograr su objetivo”.
“En el campo de batalla, lo único que uno puede esperar es una prolongación de los efectos. En cambio, si hay una decisión de construir una mesa negociación con objetivos claros, con puntos reales de negociación, con objetivos susceptibles de ser alcanzados, creo que es la salida lógica que debiera estarse trabajando por todos los actores. Por el momento, eso se ve difícil, pero la historia demuestra que después de conflictos agudos llega el momento de la negociación, de la diplomacia. Y, por cierto, Putin como persona y todo su entorno va a tratar de colocar elementos que son complejos, que es cómo va a enfrentar hacia el futuro su propia responsabilidad de haber, flagrantemente, iniciado un proceso a todas luces condenatorio de las normas del derecho internacional”, cierra Edgardo Riveros.