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Javier Milei y la Argentina en llamas: cuando la sumisión anteWashington no alcanza.

Por Carlos Monge

La situación de la Argentina de Milei va de mal en peor, y a pesar de los continuos viajes del
titular de la Casa Rosada a Estados Unidos no hay ningún indicio serio y relevante
de que la economía o la política vayan a estabilizarse a corto plazo, dando un
respiro a una población agobiada por un severo ajuste fiscal donde los más
castigados son los más débiles: los jubilados, las familias con hijos discapacitados
o enfermos con tratamientos onerosos. Y, cómo no, la salud y la educación
pública.
En su última visita a Nueva York, hace no más de una semana, Javier Milei
consiguió tener una breve audiencia pública con Donald Trump, en la sede de la
ONU, y allí el Presidente de EE.UU. le dio una carpeta en la que figuraba un
posteo divulgado por él en la red social Truth, horas antes, donde lo llenaba de
elogios. Decía en ese texto que su colega argentino es “un líder verdaderamente
fantástico y poderoso” y que ha avanzado “en todos los niveles a una velocidad
récord”.
Además, indicaba que éste había heredado un “desastre total, con una inflación
horrible”, pero que “ha devuelto la estabilidad a la economía de Argentina y la ha
elevado a un nuevo nivel de prominencia y respeto”. Milei, sonriente, le agradeció
el gesto y volvió a la Argentina con el alivio adicional de la promesa formulada por
el Secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, de que su país le daría
un swap o crédito puente de US$ 20.000 millones y que la administración Trump
haría lo que fuera necesario para ayudar al gobierno de Javier Milei.
En esa misma ocasión, Trump demostró que no lee los informes que a diario le
prepara la CIA para mantenerlo al tanto sobre el devenir mundial o que, si lo hace,
en verdad, no les presta mucha atención, pues agregó, de su propia cosecha, lo
siguiente: “Javier Milei es un muy buen amigo, luchador y ganador, y tiene mi
completo y total respaldo para la reelección como presidente. ¡Nunca los
defraudará!”.
Que se sepa, la reelección de Milei, en caso de que decida repostularse, está muy
lejana en el tiempo, pues su mandato termina recién el 10 de diciembre de 2027. Y
el compromiso electoral que sí debe enfrentar en breve son las elecciones de
mitad de mandato, que están previstas para el 26 de octubre. Fecha en la que
deben renovarse 127 de las 257 bancas de la Cámara de Diputados para el

período legislativo 2025-2029, junto con 24 de los 72 escaños que componen el
Senado de la Nación.
Y que constituirá, sin duda, una prueba de fuego para un gobierno que si bien se
las ha arreglado hasta ahora para gobernar en base a Decretos de Necesidad y
Urgencia (DNU), que han paliado en parte la fragilidad clara que le impone el
hecho de no contar con mayoría legislativa en el Parlamento, no puede exponerse,
por razones políticas evidentes, a un nuevo revés en las urnas como el sufrido el 7
de septiembre pasado al perder, por paliza, las elecciones en la provincia de
Buenos Aires.
En esos comicios, Fuerza Patria, la coalición peronista liderada por el gobernador
Axel Kicillof, se impuso en seis de las ocho secciones que componen el “bolsón
electoral” más relevante de Argentina (casi 4,5 millones de votos), con un 47,28%
de los sufragios, frente a un 33,71 de La Libertad Avanza, la sigla mileísta; un 5,25
de la coalición centrista Somos Buenos Aires y un 4,37, obtenido por el Frente de
Izquierda y de Trabajadores (FIT).
Adicción al crédito externo
Lo cierto es que, más allá de gestos de apoyos y sonrisas frente a las cámaras, la
coyuntura sigue siendo crítica para Milei. No ayudó, por cierto, a su imagen
pública el levantamiento de las retenciones al campo por escasas horas y que al
final sólo terminó favoreciendo a las grandes exportadoras de granos (doce
consorcios, incluida la china Cofco, junto a otros como Cargill, Bunge, Molinas y
Viterra) y perjudicó al Fisco argentino en alrededor de 1.500 millones de dólares.
Tampoco contribuyó mucho al esfuerzo por levantar su alicaída imagen pública el
hecho de haberse trasladado en estos días a la ciudad de Ushuaia, en Tierra del
Fuego, para hacer un acto de campaña político que tuvo que ser finalmente
suspendido ante una baja adhesión ciudadana y furiosas contramanifestaciones.
Milei intentó hacer una caminata, pero apenas 70 personas asistieron a ella,
mientras se autoconvocaban trabajadores textiles, metalúrgicos, estatales y
docentes para hacerle sentir de manera patente su descontento. Hubo
enfrentamientos verbales y físicos. “¡Tres por ciento!”, le enrostraron a Milei, en
alusión a las coimas presuntamente cobradas por su hermana, Karina, en la venta
de medicamentos con sobreprecio. Y ante ello, no tuvo más remedio que hablar
dos minutos a través de un megáfono y volver al hotel en el que estaba
hospedado.
El medio argentino La Política Online (LPO) calculó que cada manifestante a favor
de Milei le costó a los contribuyentes alrededor de 4.000 dólares, considerando
que la gira demandó, sólo en gastos de transporte aéreo la friolera de US$
300.000.

Pero, más allá de anécdotas puntuales, el tema de fondo sigue siendo que la
anhelada estabilización económica tarda en llegar mucho más de lo previsto,
pues, aunque se ha conseguido un estancamiento relativo de la inflación (1,9% en
agosto), no llegan las inversiones que se pretendía atraer a través del Régimen de
Incentivo a la Inversión y Generación de Exportaciones (RIGI). Un esquema de
desregulación que, a través de diversos incentivos fiscales y financieros, busca
promover las inversiones extranjeras en sectores estratégicos de la economía,
dándoles, de paso, generosos beneficios tributarios.
De hecho, casi toda la inversión nueva que ha arribado del exterior (y que no es
de gran peso o al menos no es la lluvia de dólares y euros que se pronosticaba)
estaba planificada desde antes de que se estableciera el RIGI, como anzuelo para
captar capitales de alto volumen.
Y mientras tanto, el mercado de capitales en Argentina sigue en llamas y se
continúan quemando reservas que se supone deberían solventar los pagos de la
abultada deuda externa programados para este año. El dólar mayorista tocó este
martes 30 de septiembre los $1.450 y solo retrocedió, informa la prensa local,
cuando aparecieron, de manera inesperada, órdenes de venta por 450 millones,
que según coinciden en la City no vinieron de la mano de los privados sino del
Palacio de Hacienda. Así, surgió el rumor de que el Banco Central se vio obligado
a desprenderse de parte de las compras de divisas acumuladas gracias a la
liquidación anticipada del agro tras el oscuro pacto con las cerealeras.
¿Resultado? Un incremento exponencial de la desconfianza de parte de la elite
financiera global con respecto a la capacidad del ministro de Economía, Luis “Toto”
Caputo de manejar la crisis. Caputo es acusado de “timbero” (especulador) por su
intento de ponerle “techo” al dólar al dejarlo fluctuar entre bandas de precios
prefijadas.
La convicción de esos sectores es que Argentina debe dejar flotar el tipo de
cambio sin intervención oficial y eso pone una presión extra sobre el Tesoro de
EE.UU. y su anunciado plan de rescate “a un país, que según el mercado global
se ha vuelto adicto a quemar dólares para sostener el valor del peso (Luciana
Glezer, LPO, 30 09 2025)”.
Esta desconfianza del mundo de las altas finanzas expresa el temor a que el
descontrol y el mal manejo económico de Milei termine por volatilizar en pocos
días la ayuda prometida desde el Fondo de Estabilización del Tesoro de EE.UU. Y
esto es lo que, por ejemplo, han advertido dos ex funcionarios del Tesoro
estadounidense, Brad Setser y Stephen Paduano, quienes en una lapidaria
columna en Financial Times, “Other people’s money, and the problem with
Mileism”, le pegan duro a Caputo y a su numen inspirador, Javier Milei, quien se
jacta de ser un gran economista.

«Milei atacó el déficit fiscal y la inflación, pero no mejoró la posición externa.
Defiende un peso fuerte como ancla antiinflacionaria, lo que erosionó reservas y la
balanza comercial. Terminó vendiendo reservas y pidiendo auxilio a EE.UU. Con
reservas netas muy bajas (solo USD 7.000 millones líquidos utilizables), Argentina
enfrenta vencimientos inmediatos (USD 4.500 millones en enero). Sin ajuste
cambiario, el swap se agotará rápidamente. El ejemplo de México muestra que el
rescate funcionó porque se permitió una fuerte devaluación antes del
desembolso», sostienen estos exfuncionarios estadounidenses, confirmando que
en Wall Street y en Washington se miran, en general, los números, más que la
retórica y los gestos publicitarios.
La alianza geopolítica, por encima de todo
Ahora bien, lo cierto es que, ante este panorama, más bien desalentador, Milei
reacciona simplemente redoblando su apuesta y pensando que su
“occidentalización dogmática” (el concepto es de Luciano Anzelini), y el
alineamiento total y absoluto con Estados Unidos que esto supone, lo blinda y lo
pone a cubierto de cualquier contingencia peligrosa.
De hecho, admitió en una entrevista dada hace poco a Antonio Laje, un periodista
del canal A24 (Grupo América), que el reciente apoyo explícito de Trump a su
gestión obedece a razones “geopolíticas” y, por lo tanto, no lo dejarán caer de
ningún modo. Confiado en ello, acaba de anunciar, a cinco días de haber
regresado de Nueva York, que el próximo 14 de octubre será recibido por enésima
vez en la Casa Blanca por Trump, en un encuentro que la Cancillería argentina
definió como “una nueva oportunidad para fortalecer la asociación estratégica
entre ambos países”.
La contrapartida a este plegamiento incondicional de Milei ante los dictados de
Washington, y que ya se ha registrado incluso en mediciones objetivas del
comportamiento de la diplomacia argentina en la era Milei (ver, p. e., “Sin
Influencia y sin poder” de A. Anzelini, elcohetealaluna.com, 28 09 2025, donde se
revisan las votaciones en la ONU y el nivel de coincidencias entre EE.UU. y
Argentina), es que nutre y le da sentido al discurso nacionalista de la oposición
argentina que cataloga al Presidente de su país como un mero apéndice al
servicio de la política exterior estadounidense.
Lo que, en términos electorales, suele dar grandes frutos. No es posible olvidar,
por caso, el sagaz lema “Braden o Perón”, que le dio el triunfo a este último en la
campaña presidencial de febrero de 1946, cuando la elección fue planteada como
un dilema entre la soberanía nacional (encarnada en Perón) y la injerencia
extranjera, propiciada por el embajador de EE.UU, Spruille Braden, gran
articulador y sostenedor de la llamada Unión Democrática, que era el núcleo focal
del antiperonismo.

Por otro lado, el apoyo irrestricto a Milei también le pasa factura al gobierno de
Trump, que tiene que lidiar con las protestas de agricultores estadounidenses que
se ven perjudicados por medidas que, a juicio de aquellos, favorecen, en última
instancia, a los productores de soja argentinos (y con ellos, además, a su
gobierno), en un contexto internacional sacudido por la “guerra comercial 2.0 de
Trump”, donde muchas de las compras chinas de ese producto se han desviado
en los últimos tiempos desde EE.UU. hacia Argentina.
Un ejemplo concreto de ello: mientras el secretario del Tesoro, Scott Bessent,
estaba asistiendo a la asamblea de la ONU, una fotógrafa de una agencia
internacional, lo captó recibiendo un mensaje en su celular, supuestamente escrito
por un productor estadounidense, y que le fue retransmitido por la secretaria de
Agricultura, Brooke Rollins. El mensaje decía: «Ayer rescatamos a la Argentina y, a
cambio, la Argentina eliminó los aranceles a las exportaciones de granos, lo que
redujo su precio y vendió una gran cantidad de soja a China, en un momento en
que normalmente estaríamos vendiéndole. Debido a esto, los precios de la soja
siguen bajando. Esto le da a China más influencia sobre nosotros».
Aparte de la indignación de las bases rurales del trumpismo del Medio Oeste
americano, donde los precios de la soja están cayendo en picada, expresada en
un texto de la American Soybean Association (ASA), donde se habla de frustración
al ver cómo se le da un cheque de US$ 20.000 millones “en apoyo económico a
Argentina mientras ese país elimina los impuestos a la exportación de soja para
vender 20 cargamentos de soja argentina a China en apenas dos días”, ya
comienzan a circular en Washington versiones de descontento procedentes
incluso de esferas oficiales.
Se ha dicho, por ejemplo, que el secretario de Estado, Marcos Rubio, se ha
opuesto terminantemente a un rescate y pedía a Trump mantener cierta distancia
en relación a Milei. De otro lado, un artículo del influyente medio Politico, “Trump-
pledged support for Argentina stirs anger among Republicans, 25 09 2025), puso
el tema en blanco sobre negro, afirmando que “la estrella de Milei se ha opacado
en algunos círculos de gobierno”.
Y añadía, citando a fuentes no identificadas: “Hay preocupación sobre la
capacidad de Milei para sacar a su país del letargo económico (…) Milei está
terminado políticamente, su hermana es corrupta, su ministro de Economía es un
operador de insider trading, y han malgastado 15 mil millones de dólares en dinero
del FMI y 15 mil millones en reservas del Banco Central para sostener una
moneda basura, y ahora el Tesoro quiere que los contribuyentes estadounidenses
refuercen su estupidez”. Para rematar, en tono lapidario: “Milei es un fraude. Entró,
traicionó a todos los conservadores y libertarios que lo apoyaron… Todo es una
pérdida”.
Así las cosas, parece difícil que la mera promesa de bases militares conjuntas en
Ushuaia, asegurando una presencia más permanente de la IV Flota, que opera

bajo el mando del U.S. Southern Command (SOUTHCOM), en aguas del Atlántico
Sur, o la iniciativa de deshacerse del problemático swap con China o de la base de
observación satelital de este último país en Neuquén, que siempre han
incomodado, aunque en distinto grado, a Milei y al establishment estadounidense,
consigan aquietar las aguas de una relación que empieza poco a poco a
agrietarse.
Dado que, ante la letal combinación de mala administración económica, crisis
política y descontento social en ascenso, y acusaciones de corrupción que
permean al más alto nivel de la Casa Rosada, no hay gobierno en condiciones de
sostenerse por mucho tiempo por más muestras de sumisión que haya dado ante
un poder extranjero, incluso tan gravitante como es, hasta el momento, Estados
Unidos.

Fuente:

https://www.lemondediplomatique.cl/javier-milei-y-la-argentina-en-llamas-cuando-la-sumision-ante-washington-no.html

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