Por José Miguel Insulza
Publicado en: El Libero
Más allá del debate acerca de si Israel descuidó su seguridad, lo importante es dejar claro que el ataque de Hamas del pasado sábado, debe ser calificado como una acción terrorista y ha cambiado radicalmente la situación en el Medio Oriente.
La agresión armada de Hamas contra territorio de Israel en la madrugada del 7 de octubre ha sido un ataque terrorista de gran magnitud, en distintos frentes: comenzó con un intenso bombardeo desde Gaza y continuó con ataques en la frontera y golpes brutales de grupos ya infiltrados dentro del territorio de Israel. El factor sorpresa ha sido motivo de gran alarma, ya que ha puesto en duda la efectividad tan celebrada de los servicios de inteligencia de Israel; así como la capacidad de previsión y de reacción inmediata de sus fuerzas armadas.
La gran cantidad de muertos, la existencia de rehenes, el exceso de confianza de Israel, el rechazo internacional masivo, han llenado las páginas e imágenes de la prensa estos días. Pero más allá de lo inmediato y por mucha indignación que nos provoque el despliegue terrorista de Hamas y la feroz réplica de Israel, es importante mirar más allá, para preguntarnos cómo y por qué ocurrió este evento trágico e inesperado, qué intenciones y fuerzas están detrás de él y cómo cambia el escenario internacional en el Medio Oriente, que vuelve a ser uno de los puntos candentes de un mundo impredecible.
1. Mañana del 7 de octubre
La gran cantidad de cohetes lanzados desde Gaza (Israel dice 2.500, Hamas dice 5.000) despertó la mañana del sábado israelí con una destrucción enorme, haciendo que el Sistema de defensa Iron Dome (Cúpula de Acero), orgullo de la industria bélica de ese país, que se suponía impenetrable, mostrara un grado importante de vulnerabilidad. Muchos proyectiles pasaron la Cúpula y llegaron a sus blancos sembrando el caos y la muerte, en la zona inmediatamente cercana a Gaza. A ello se unió la inmediata acción de comandos palestinos que ya estaban en buen número dentro del territorio de Israel y entraron matando a muchos que aún trasnochaban o ya dormían en sus casas. Aunque el ataque se extendió después, fue allí donde se provocó la mayor parte de las muertes y heridos y donde se secuestró a la mayor parte de los rehenes. Los muertos (800 es la cuenta más reciente) fueron en su mayoría civiles desarmados. Los rehenes, al menos 150 fueron trasladados a Gaza, hombres y mujeres de distintas edades, civiles y soldados. Por cierto, hubo alguna resistencia y la batalla se extendió por horas que también fueron cruentas. En esos combates perdieron la vida comandos palestinos e israelíes, que incluyeron al coronel Roi Levy, jefe de la Unidad Fantasma, el equipo especializado en estos ataques.
Se desconoce el número exacto de muertos palestinos en la batalla que duró casi todo el día. El número crecerá seguramente a mucho más de mil, cuando se conozca la cifra de víctimas provocadas por la batalla. Se informa que los comandos árabes muertos en suelo de Israel serían hasta 1.500; y probablemente fueron muchos más cuando se iniciaron los bombardeos indiscriminados hacia Gaza. En las guerras modernas, la mayor parte de las víctimas son civiles. La lucha cuerpo a cuerpo ya no es habitual en la guerra y ha sido reemplazada por misiles, minas, cañones largos, ametralladoras, drones, cohetes y otros inventos para matar de lejos y en grandes cantidades. La razón de esta opción es obvia: se trata de infligir al adversario el mayor daño posible, pero al mismo tiempo reducir al máximo las propias pérdidas de vidas humanas.
La matanza indiscriminada de civiles israelitas en los ataques del reciente fin de semana no se aparta de esta trágica realidad. Muchas de estas bajas eran personas que vivían muy cerca del territorio de Gaza y en no pocos casos tenían relaciones cotidianas con sus habitantes. El número de bajas civiles declarado por Israel, ya ha superado los 777 que, en cifras oficiales, murieron en la Guerra de los Seis Días de 1967; aunque aún por debajo de las víctimas de la Guerra del Yom Kippur hace exactamente 50 años, en que murieron más de 3.000 israelitas.
Recién el martes 10 de octubre se informó por el gobierno de Israel que ha retomado plenamente el control de su frontera. La magnitud y violencia de la agresión ya ha sido condenada, como corresponde, por la gran mayoría de la comunidad internacional. Para muchos, sin embargo, ha sido una gran sorpresa la imprevisión demostrada por Israel, a pesar de que la política radical seguida en los últimos meses por la coalición gobernante que encabeza Benjamín Netanyahu hacía previsible alguna reacción palestina. Pero los avances en los entendimientos de Israel con algunos estados árabes (Marruecos, Emiratos Árabes, Bahrein), las aproximaciones entre Estados Unidos y Europa hacia los gobiernos de Irán y Arabia Saudita, parecían prever un cambio favorable en la región, que podía llevar hacia un menor aislamiento de Israel y debilitar las demandas de cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas, hasta ahora ignoradas por Israel.
2. Primeras reacciones
Más allá del debate acerca de si Israel descuidó su seguridad, lo importante es dejar claro que el ataque de Hamas del pasado sábado, debe ser calificado como una acción terrorista y ha cambiado radicalmente la situación en el Medio Oriente. Los Estados Árabes, sin muchos matices, han condenado el asalto, pero han culpado en general a Israel de haber creado el clima negativo que lo han hecho posible, han pedido cese del fuego y el cumplimiento de las resoluciones, así como evitar represalias que afecten a la sociedad civil. La acción militar borra totalmente las tendencias de meses anteriores y cambia los alineamientos en el Medio Oriente, cuyos miembros árabes hacen ahora exigencias a Israel, que Netanyahu no está en disposición de conceder sin perder parte importante de su mayoría interna, que incluye a fuerzas ultranacionalistas. Es evidente que la declaración de guerra del Primer Ministro israelí y su promesa de destruir a Hamas y matar a todos los terroristas en Gaza, conseguirá muchos respaldos, más allá del de Estados Unidos.
Hay condena y solidaridad con la nación agredida; pero no se percibe la posibilidad de que otros actores vayan más allá de lo verbal. La declaración del Secretario General de Naciones Unidas refleja el sentir de la gran mayoría de la comunidad internacional: condena la acción terrorista de Hamas, pero expresa también su alarma por los bombardeos. Bombardeando Gaza, Netanyahu podrá calmar a sus partidarios, pero no encontrará muchas simpatías en el mundo. Y tampoco avanzará mucho en la liberación de los rehenes, para lo cual probablemente se verá obligado a buscar alguna mediación internacional.
El 7 de octubre es, entonces, un retroceso para Israel, que daña su imagen de invulnerabilidad, pero recibe extensa solidaridad, que en parte depende de la forma en que replique. El bloqueo total de Gaza recién anunciado (incluye el corte de agua) y los bombardeos intensos de los últimos días, podrían provocarle muchas críticas, sobre todo si se da cuenta de muchas muertes civiles. Por el momento Netanyahu intenta reponer la unidad interna, incorporando al gobierno a los laboristas y otras fuerzas de oposición; y decidir cómo actuar en lo que respecta a los rehenes.
Entretanto, los voceros de Hamas usan su ventaja temporal amenazando con asesinar un rehén por cada bomba que caiga “sin aviso” sobre su territorio; y muchos países, entre ellos Chile, verifican sus primeros muertos y rehenes en manos de Hamas.
3. Los motivos de Hamas.
Pero, del otro lado… ¿es este ataque un avance para la causa palestina y para Hamas?
Desde luego ni el más fanático líder del gobierno de Gaza, puede pensar que en un enfrentamiento militar su pueblo puede vencer a la enorme capacidad militar de su vecino. Los objetivos de Hamas no son, pues, de victoria militar. Son, en realidad, objetivos políticos y parten de una consideración distinta de su realidad. En toda la comunidad palestina, mucho más allá de Hamas, se comparte una sensación de fracaso y aislamiento. Los acuerdos de Oslo han quedado en el pasado y se siente difícil revivirlo. Los dos Estados independientes no existen en la realidad y los colonos israelíes van creando más asentamientos en territorio palestino, con el beneplácito del gobierno y con protestas esporádicas y formales de Estados Unidos. El descontento de la población y la sensación de abandono es cada vez mayor, más aún cuando se percibe que otros estados árabes miran con cada vez mayor distancia la causa palestina, más como un obstáculo a la normalización y desarrollo del Medio Oriente, que como un elemento central de su programa. Ese desánimo y frustración es aún más fuerte en los jóvenes, que son naturalmente quienes nutren las filas de la protesta ante la perspectiva de una vida a la cual no le ven mucho sentido ni futuro.
No es extraño, entonces, que no hayan existido condenas de los líderes de la Autoridad Nacional Palestina a la acción de Hamas. Ellos tienen profundas diferencias con Hamas, cuyos voceros los han atacado y condenado numerosas veces. No ganarían nada con la victoria de Hamas; pero saben que condenarlos sería muy impopular. E incluso pueden ver en los hechos recientes una posibilidad de mayor apoyo occidental. Si bien es cierto que la UE ha congelado una contribución de 695 millones de euros a raíz de la acción violenta del sábado, ello no ha conseguido que la Autoridad modifique su postura de culpar al gobierno de Netanyahu por lo ocurrido.
El conflicto, por lo tanto, será de más larga duración que los anteriores y lleno de numerosos incidentes. Hamas ha conseguido traer la batalla de Israel y ha entablado con ese país una guerra “cuerpo a cuerpo”, que puede tener un fuerte costo en vidas y hace más necesario detener la batalla.
Pero dar un giro es muy difícil para ambas partes. Palestina está dividida, pero los muchos que rechazan a Hamas, que podrían separar aguas con ellos, temen hacerlo, porque saben que perderían el apoyo de muchos, especialmente los jóvenes. No harán nada que los una a Hamas, repudiado en el mundo entero, pero dueño de la iniciativa. y de los rehenes. Israel no puede dar un paso que no sea visto como un signo de debilidad. Y no hay nadie en la comunidad internacional con ascendiente y credibilidad para hacer de vocero. La situación en Medio Oriente ha cambiado, pero nada indica hacia qué dirección irá en los próximos meses.