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La elección de Bolivia: ¿retorno del centro?

Por José Miguel Insulza

Aunque no haya aún un resultado definitivo y a la espera de una segunda vuelta dentro de casi dos meses, la elección del domingo 17 de agosto entregó una cantidad de hechos importantes que comenzar. La votación fue bastante masiva y, contra muchos presagios, transcurrió de manera tranquila, con resultados inmediatos y reconocidos por todos los protagonistas. La gran sorpresa fue, sin duda, el primer lugar obtenido por el candidato del Partido Demócrata Cristiano, Rodrigo Paz Pereira, a quien las encuestas previas ponían en un lugar solo intermedio, detrás de al menos tres candidatos, de derecha o centro derecha y también ante el descalabro de una izquierda totalmente dividida.

Algunos medios, especialmente en el exterior, han ubicado a Rodrigo Paz como un político de derecha moderada, lo cual probablemente se debe a que, como opositor a los gobiernos recientes de izquierda, ha coincidido varias veces con la derecha en posiciones contra los gobiernos de Evo Morales y Luis Arce. Pero la victoria parcial de Rodrigo Paz es, prácticamente, una verdadera resurrección, si se considera que la Democracia Cristiana había prácticamente desaparecido como opción en los años recientes.

Paz Pereira es, más bien, el heredero de un partido de centro, que se inició con el nombre de Democracia Cristiana, creció en las universidades, fue importante en los sesenta y se radicalizó  los setenta, cuando un importante sector, que encabezó su padre, Jaime Paz Zamora, salió de la DC, formó el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, fue reprimido fuertemente por la dictadura de Hugo Banzer, incluido el asesinato de algunos de sus miembros (uno de ellos, Jorge Ríos Dalenz, en Chile en 1973), retomó la política en los años de dictadura y fue también víctima, en 1980, de un grave atentado por el grupo de ultra derecha de Luis García Meza. Sobrevivió con graves lesiones y marcas indelebles en su rostro y en los años siguientes asumió posturas democráticas de centro y postuló cuatro veces a la presidencia, en 1985, 1989, 1997 y 2002 ocupando el tercer lugar las tres primeras veces y el cuarto en la más reciente. Sin embargo, el sistema de balotaje boliviano, que incorpora tres postulantes en la segunda vuelta, le permitió ser Presidente de Bolivia entre los años 1989 y 1993.

El contendor de Rodrigo Paz en el balotaje del 16 de octubre será Jorge “Tuto” Quiroga, con 27%, cinco puntos menos, quien fue vicepresidente del último gobierno de Hugo Banzer y asumió la presidencia por un año, a su fallecimiento.

El tercer lugar fue del empresario liberal Samuel Doria Medina, favorito de las encuestas quedó con sólo un 20% y ya ha anunciado su apoyo a Rodrigo Paz. El cuarto lugar fue de Manfred Reyes Villa, ex militar y alcalde de Cochabamba, quien aún no ha definido su postura en la segunda vuelta.

La izquierda enfrentó esta elección profundamente dividida en tres sectores. El Presidente Arce declinó una nueva postulación, por el evidente rechazo a su gobierno, producto de la grave situación económica del país; su reemplazante, el ministro Eduardo del Castillo, sólo obtuvo un magro 3%. Un poco mejor le fue al presidente del Senado Andrónico, quien en un principio pareció ser el sucesor de Evo Morales, pero, descalificado como “traidor” por este. Sólo superó el 8%.

El tercer sector fue el del propio Evo Morales, quien exigió hasta el final ser admitido, en contra de la norma constitucional, que sólo permite una reelección; y aceptó ahora el resultado, calificándolo como un “voto de castigo”. El fuerte voto nulo, un 19%, parece indicar que es mayoría en la izquierda. Pero incluso si se suma con los otros dos, llegarían a un 30% del electorado boliviano. Una cifra muy baja para cerrar veinte años de predominio de la izquierda en Bolivia.

El fin de ese predominio se ha debido, en gran medida, a la lamentable situación económica en la cual se realizaron las elecciones. Según el Banco Mundial, esto tiene su origen en el fin del boom de las materias primas en 2014, especialmente del gas natural, que es el primer producto boliviano, cuyo precio ha caído fuertemente. Ante esta realidad y para mantener el elevado gasto público, se recurrió al crédito, lo cual resultó en el aumento de la deuda, la caída casi completa de las reservas internacionales y ahorros fiscales. El covid-19 fue muy duro para Bolivia y, aunque la economía se recuperó pronto después, incluso con caída de la pobreza, el alto endeudamiento, la continua caída de la producción de gas natural y la carencia de reservas internacionales, y algunos factores naturales, como incendios, sequías e inundaciones han agravado la situación. Bolivia ya no tiene divisas para importar combustible y han vuelto la inflación y el mercado paralelo de dólares, lacras que se creían desaparecidas. La inversión privada prácticamente no existe.

Como es natural, en un país que durante las décadas pasadas tuvo un alto crecimiento importante y conoció un mejoramiento sustantivo de las condiciones de vida, el retorno a una condición de crisis tiene efectos políticos importantes. Sin embargo, también la crisis política vivida a partir de la elección de 2019 nunca se abatió por completo. Aunque al final se restableció la normalidad con la instalación de Luis Arce, las huellas de la ruptura y la crisis económica fueron el detonante de una grave división política en el país. En esa situación influyó fuertemente, como un factor negativo, la obsesión del ex Presidente Morales de volver a ser Presidente, en contra de la norma constitucional dictada durante su propio mandato. El personalismo dividió a la izquierda y la situación económica hizo el resto, impulsando al país hacia el recambio.

Si Rodrigo Paz accede a la presidencia de Bolivia su instalación dará al país la continuidad democrática que requiere, tendrá que resolver una opción política fundamental. Por un lado, puede buscar representar a todas las fuerzas del centro y la derecha, que fueron siempre adversarios de un MAS no exento de sectarismo; o moverse en la dirección de los grupos más moderados de la izquierda, el centro y hasta la derecha liberal,  para generar un gobierno de centro progresista. Ambas opciones están hoy abiertas, pero esa alternativa puede marcar el futuro de Bolivia por décadas.

Fuente: https://ellibero.cl/columnas-de-opinion/la-eleccion-de-bolivia-retorno-del-centro/

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