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Los factores detrás de la continuación del conflicto en Gaza

Por Boris Yopo

La administración Biden y la candidata demócrata, Kamala Harris, necesitan urgente ahora un cese al fuego, a fin de evitar un mayor escalamiento regional de tensiones y así sacar el tema de la agenda electoral, pues podría afectar el prospecto de un triunfo en las elecciones de noviembre.

Después de 40 mil palestinos fallecidos, y después de cinco o seis anuncios de un cese al fuego en Gaza, aún no se materializa algo que a estas alturas pide toda la comunidad internacional. La pregunta evidente, entonces, es dónde están los principales obstáculos para concretar algo que detenga los horrores que se viven en este territorio.

Siempre los conflictos armados terminan cuando hay un claro vencedor o cuando hay un escenario que no se modifica con el paso del tiempo y genera costos insoportables para las élites gobernantes en una contienda, o cuando apoyos externos decisivos a uno o ambos contendientes deciden retirar ese apoyo por consideraciones políticas, económicas o estratégicas.

En este caso, se trata de un conflicto asimétrico entre un país con uno de los ejércitos más poderosos, equipado con las armas más sofisticadas, y una milicia bien equipada, con arraigo no menor en la población palestina, con una ideología fundamentalista y que se preparó años para un asalto que sorprendió a todos los servicios de inteligencia y militares de Israel.

Ahora, las condiciones para un cese al fuego antes descritas no se dan aún después de 10 meses de una cruenta ocupación de Gaza. Israel ha infligido daños pero no ha podido derrotar a Hamás, pues no los ha desmantelado como organización ni ha capturado a sus principales líderes, ocultos en los cientos de túneles que construyeron por años para resistir la inevitable embestida que vendría.

Lo cierto es que, para ser una lucha asimétrica, muchos analistas consideran que Hamás ya ganó (a un costo horrible para los palestinos) por el mero hecho de resistir, haber logrado reinstalar el tema palestino en la agenda mundial, generar una amplia red internacional de apoyo para la causa palestina y haber conseguido que la reputación internacional de Israel se desplome como nunca antes.

Por otra parte, Estados Unidos, pese a todas las críticas internacionales, sigue entregando de manera incondicional hasta ahora vastos montos de ayuda militar, tecnológica y financiera a Israel, que le han permitido sustentar toda esta operación (y sus secuelas económicas) durante todo el conflicto. Las presiones que en algún momento ha ejercido la administración Biden sobre el primer ministro Netanyahu han sido estériles, porque sin una amenaza real y efectiva de suspender toda o parte de esa ayuda no existe ningún estímulo realmente eficaz para que Netanyahu acepte un cese de hostilidades, algo a lo que se rehúsa hasta ahora, pues tendría un gran costo político para él.

Y es que, después de muchos años en el poder, con varios casos judiciales pendientes y siendo el principal responsable político, al no prever y responder desastrosamente a un ataque sin precedentes al territorio israelí, son muchas las cuentas a las que tendría que responder, si cesa ahora el conflicto con Hamás. Son muchas las figuras políticas, exmilitares y de los servicios de inteligencia en Israel que ya lo acusan directamente de prolongar el conflicto, para resguardar su propios intereses. Por ahora ha logrado sobrevivir políticamente, con el apoyo de partidos religiosos fundamentalistas, que son cada vez más el sostén de su deteriorada coalición política.

Cuánto logrará subsistir, está por verse. Las presiones en Israel para un alto al fuego que permita finalmente la liberación de los 110 israelíes aún cautivos son crecientes. Las gigantescas manifestaciones contra el Gobierno los fines de semana, son casi sin precedentes. Y en el ámbito internacional, el apoyo inicial y por varios meses de buena parte de Europa se ha ido desvaneciendo, como resultado de las crecientes protestas en el Viejo Continente, a raíz de las horribles imágenes que ya cada día se ven en los medios masivos y la frustración de amigos de Israel, como el canciller alemán, el presidente francés, la presidenta de la Comisión Europea o el –hasta hace poco– primer ministro inglés, ya cansados por las persistentes negativas de Netanyahu de modificar las formas en que conduce la guerra y abrirse a un acuerdo que permita detener las hostilidades.

Presiones internas y el distanciamiento de la Unión Europea no han sido suficientes hasta ahora, si el principal sostén de Israel, Estados Unidos, no modifica su política. El primer ministro Netanyahu está apostando a un triunfo del candidato republicano, Trump, porque ahí continuaría un apoyo total y sin condiciones.

Pero, por otra parte, la administración Biden y la candidata demócrata, Kamala Harris, necesitan urgente ahora un cese al fuego, a fin de evitar un mayor escalamiento regional de tensiones y así sacar el tema de la agenda electoral, pues podría afectar el prospecto de un triunfo en las elecciones de noviembre. Aquí radica, ahora, la única esperanza para que se materialice a la brevedad un cese al fuego. Pero el inminente ataque de Hezbolá e Irán a Israel, en las próximas horas o días, podrían ahogar esta última iniciativa que ahora se intenta. Estamos muy cerca de una, incluso, mayor tragedia. En los próximos días sabremos.

Fuente:

https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2024/08/19/los-factores-detras-de-la-continuacion-del-conflicto-en-gaza

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