Marta Maurás, socióloga, analista internacional, diplomática y experta multilateral.
Han pasado dos largos años y mucho trabajo dentro y fuera del Foro Permanente de Política Exterior desde que Carlos Ominami, más tarde junto a Jorge Heine y Carlos Fortín, han desarrollado su tesis sobre el ¨no alineamiento activo¨. En el Foro creemos que se trata de un principio de política exterior de larga data para Chile y América Latina, y que hemos denominado Autonomía Política con No Alineamiento Activo. Hoy lo examinamos en un contexto internacional que ha ido agudizando contradicciones y conflictos, en una región cada vez más desarticulada y aquejada más que cualquier otra por la pandemia. Al mismo tiempo es Europa la región que empieza a articular la necesidad de un posicionamiento propio ante la presión que significa la arremetida de un nuevo hegemón y el deterioro del que hasta hace poco lo había sido.
Visto desde una vida de práctica y de estudio en el ámbito multilateral global y regional, quiero plantear tres puntos:
1.Los principios de política exterior. Desde el inicio, incluso en sus Estatutos, el Foro comenzó a articular los principios fundamentales que considera esenciales para ordenar y anticipar políticas en materia de relaciones internacionales que permitieran a los actores políticos nacionales asegurar una acción, creíble, confiable y acertada, según la realidad nacional e internacional. Este set de principios se examinó con muchísima más atención cuando se presentó la oportunidad histórica de reflexionar sobre el lugar que podría ocupar la Política Exterior en una nueva Constitución de la República, algo inédito hasta ahora y que el Foro espera presentar a la Convención Constitucional de aquí a poco. Durante meses hemos trabajado en propuestas al respecto y el primer cuerpo de esa propuesta es precisamente un conjunto de principios que consideramos fundamentales de asegurar constitucionalmente.
Se trata de 9 principios, algunos tradicionales en materia de inserción internacional de Chile y otros emergentes a partir de nuevos elementos de la realidad, que creemos de rango constitucional y que deben hacerse explícitos y permanentes para nuestro actuar internacional, a saber:
- respeto al derecho internacional;
- paz y seguridad internacionales;
- democracia participativa y pluralista;
- respeto y garantía de los derechos humanos;
- multilateralismo y responsabilidad de cooperar;
- integración de Latinoamérica y el Caribe;
- igualdad de género y no-discriminación;
- desarrollo sostenible y justicia ambiental; y
- autonomía con no alineamiento activo.
Podemos reagruparlos o reclasificarlos, hay quienes piensan que son muchos, otros que falta alguno, pero no cabe duda que obedecen a una lógica progresista de país fiel a una tradición de independencia con solidaridad y colaboración, y realista sobre los alcances de su inserción internacional, sus recursos, sus compromisos y sus políticas de desarrollo. Serán sin duda los propios constituyentes los que decidirán cuales son de naturaleza general constitucional y cuáles más específicos al ámbito de la política internacional según el diseño de Estado y sociedad que nos propongan.
Hoy interesa señalar que lo que hemos denominado autonomía con no alineamiento activo está firmemente asentado en una tradición, una práctica y una contribución de Chile al multilateralismo, como principio en sí mismo y como escenario o teatro de acción internacional, y al regionalismo, expresado en el principio y objetivo de apoyar un camino de integración para América Latina y el Caribe, lleno de obstáculos, pero camino al fin. Estos tres principios -compromiso con el multilateralismo, autonomía política e integración regional- constituyen un bloque y se refuerzan mutuamente.
2. Multilateralismo y la dimensión regional: mi tesis, que ciertamente no es original ni es alta teoría,es que el escenario en que se desarrolla la capacidad de actuar con autonomía para la región, o al menos para gran parte de los países de economías medias o pequeñas, y para Chile, es el multilateral. Este escenario permite buscar, sin alineaciones prescritas, los acuerdos y alianzas necesarios por temas, por períodos, por tipos, multilateralmente a través del mundo y en la región. Algo que Chile comprendió temprano con su compromiso con la Carta de ONU y su activa contribución a la Declaración de Derechos Humanos, los pilares fundamentales del sistema multilateral fundado después de la II Guerra Mundial y centrado en las Naciones Unidas. Siendo Naciones Unidas el centro de una acción multilateral vasta y múltiple, los escenarios multilaterales se han ido expandiendo de tal manera que para Chile, por ejemplo, su pertenencia a la Alianza del Pacífico es un eje central de su política internacional y, sin duda, de su capacidad de actuar con autonomía política guiada por el no alineamiento activo.
Sin embargo, contar con el espacio multilateral -es decir, ser miembro- y hacer uso de éste para ejercer la autonomía, son dos cosas distintas. Dependerá, como dice Schultz, de la ¨agencia¨ o sea de la habilidad para transformar activamente los desafíos estructurales que se presentan, en posibilidades.
Un claro ejemplo de ¨agencia¨ para ejercer una acción autónoma con no- alineamiento activo fue la oposición que presentó el gobierno del presidente Lagos, en alianza con México, a que el Consejo de Seguridad aprobara la invasión de Iraq perseguida por el presidente Bush Jr. Conseguir los 9 votos que se requerían para una eventual votación fue una operación autónoma al más puro estilo multilateral lo que no logró evitar la guerra, pero la convirtió en una actuación ilegal fuera del Cap 7 de la Carta de NU.
En el ámbito regional, siempre bajo la sombra de los Estados Unidos, más cercana o más lejana dependiendo de nuestra geografía, la búsqueda del regionalismo ha sido un concepto clave y una estrategia dominante para las elites latinoamericanas, y hoy podríamos decir, para la sociedad civil organizada en diferentes ámbitos, así como para el sector empresarial. La pandemia una vez más nos recuerda la necesidad y la importancia de asegurar escenarios regionales o sub-regionales de diálogo político y de acción concertada, como por ejemplo acuerdos para establecer redes digitales o energéticas o de fabricación y comercialización de vacunas e insumos médicos.
Con ello se marca cierta independencia o autonomía y se evocan los esfuerzos hacia la integración, que van y vienen, pero persisten, lo que denota el valor asignado por los países a este espacio de coordinación regional o al menos a pensarlo como posible (Santa Cruz). Ejemplos en nuestra historia hay y son importantes como los esfuerzos desde los 30 para crear una institución regional para promover el desarrollo, que culmina con el BID en 1959 bajo la presidencia del chileno Felipe Herrera, impulso que renació con la carta firmada por numerosos ex Cancilleres y Ministros de Economía de la región para oponerse en 2020 al nombramiento por el expresidente Trump de un estadounidense a la cabeza de esta institución, contradiciendo el acuerdo político original, y la tradición; la primera declaración sobre derechos del hombre en 1948, antes incluso de las NU, que luego se convierte en el Pacto de San José o la Convención Americana de 1979; y, el Tratado de Tlatelolco (1967) que es el primer acuerdo nuclear de no proliferación en el mundo negociado en un marco multilateral regional. E incluso a inicios del SXX cuando los países americanos acuerdan crear la Oficina Sanitaria Panamericana, mucho antes de que se convirtiera en la oficina regional de la OMS. Hoy el foco está cambiando, después de las consecuencias de la globalización económica, hacia prioridades de justicia social y políticas de cooperación para el desarrollo que instituciones como UNASUR, CELAC y ALBA no lograron (o no logran) asir.
Esto no es menor, si pensamos como dice Josep Borrel, Alto Representante de la Unión Europea para Relaciones Exteriores y Política de Seguridad, ¨que el mundo es más multipolar pero el multilateralismo se ha debilitado¨ citando como ejemplos la parálisis del Consejo de Seguridad y de la OMC, y la crisis de la arquitectura de la salud global. Y nosotros podríamos decir, la creciente inoperancia de las instancias políticas multilaterales en la región, incluyendo a la OEA.
La operación AUKUS(Australia, United Kingdom, United States) para limitar el espacio de maniobra militar de China en el sudeste asiático, que culminó estos días en la cancelación del contrato por Australia para comprar 12 submarinos de propulsión nuclear de fabricación francesa, es un rudo golpe comercial y estratégico para Francia y es también una llamada de atención para Europa. La realidad es que Francia es una potencia mediana que no puede imponerse en las grandes ligas, Australia prefiere la seguridad de su alianza con EEUU, y la OTAN pierde rápidamente su importancia a ambos lados del Atlántico, (con Rusia y Turquía inclinándose hacia China) todo lo cual deja a Europa debilitada y a sus principales países actuando por intereses nacionales. Es decir, Europa pierde la capacidad de actuar y aprovechar el espacio multilateral creado por la Unión Europea.
Ello explica las recientes declaraciones de Borrel sobre el fuerte interés de la UE de ¨mantener y desarrollar un orden internacional basado en reglas en el marco de un multilateralismo efectivo, incluso si otros están tratando de debilitarlo¨. Y cita como ejemplo exitoso para Europa el área de cambio climático, al mismo tiempo que promueve que haya mas activa contribución para las reformas de la OMS y de la OMC.
Pero aún más importante, también señala que la competencia por el poder ya no se refiere a las armas clásicas, sino al ¨poder blando¨ como es la penetración de la cultura con el cine y la música, sin duda por Corea del Sur que lo ha planificado por años, ¡!y no puedo dejar de pensar en Las Tésis y su enorme contribución al movimiento mundial de mujeres!!!! Otros aspectos de ese poder blando, que en América Latina podemos y debemos desarrollar, son la capacidad de construir redes sociales o de atraer talentos en tecnología, data e información mediante la colaboración a través de fronteras, a lo largo de líneas de comunicación y entendimiento que no son gubernamentales, pero son representativas de nuestras nuevas sociedades, explorando formas efectivas de un nuevo multilateralismo.
3. Mi tercer y último punto alude precisamente a que los Estados ya no son los principales actores en el escenario global como lo han sido en los últimos 400 años. Hoy los actores no estatales liderados por un puñado de grandes empresas tecnológicas son rivales por el poder y la influencia en el escenario geopolítico mundial. (Ian Bremmer, Foreign Affairs Nov-Dec2021).
El 6 de enero del 2021, durante la insurrección fallida en Washington, quienes actuaron fueron Facebook y Twitter, Amazon, Apple y Google e incluso aplicaciones de servicios financieros como PayPal y Stripe. Estos en efecto han tomado control de aspectos de la sociedad, la economía y la seguridad nacional. Lo mismo en China donde Alibaba, ByteDance y Tencent han comenzado a ser coartados en su expansión y alcance por el partido en el poder, por temor a su influencia.
Más aún, como plantea Brenner, las compañías tecnológicas no son soldados de los gobiernos, actúan a su propio arbitrio. Las acciones para controlar la situación en Washington, por ejemplo, fueron decisiones privadas de éstas ejerciendo poder sobre códigos, servers y regulaciones propias o bajo su control. Estas compañías ejercen una ¨especie de soberanía…….sobre el espacio digital¨, hoy omnipresente en la vida de la humanidad.
Surgen entonces algunas preguntas: La principal ¿Cómo se redefine el espacio multilateral? ¿Qué pasa o pasará con las Naciones Unidas cómo la conocemos? Ya no estamos en ese pionero momento en que Juan Somavía como embajador de Chile en NY y presidente del ECOSOC forjó el acuerdo inédito para que las ONGs fueran parte de la Cumbre Mundial del Desarrollo Social (1995), o sea, lo que durante los 25 años siguientes empezamos a considerar como habitual. Aún hoy el ECOSOC tiene un comité especial de delegados gubernamentales para examinar las credenciales de las ONGs que solicitan status de observadores en los organismos de NU.
¿Con qué reglas jugaremos multilateralmente? ¿Cómo se fijarán? ¿Cómo se operará a nivel regional? ¿Cómo adaptarnos a un espacio de poder que ya no es físico y hacia el cual se están moviendo las instituciones sociales, económicas y políticas? ¿Se encontrará el balance entre la necesidad de la regulación de, por ejemplo, la privacidad de las personas y las operaciones estatales normales que deben adaptarse a una población más demandante que tiene a su disposición nuevas herramientas y habilidades?
Es cierto que en último término los espacios donde residen las compañías son físicos, y quedan sujetos a la ley de los estados. Pero éstas también deben adaptarse a un nuevo ambiente donde las personas habitan. ¡Facebook hoy cuenta con tres mil millones mensuales de usuarios activos, Google reporta que se consumen mil millones de horas de video en YouTube cada día!Allí se desarrolla un nuevo empresariado, se crea cultura y vida social, se transan bienes, servicios y se intercambian noticias, todo un nuevo espacio de vida.
Cómo movernos entre estos tres polos de poder: ¿EEUU, China y el BigTech o polo tecnológico? Esa es una pregunta que debemos hacernos y responder desde este rincón mientras avanzamos en la definición y aplicación de nuestra autonomía política con no alineamiento activo.
Santiago, 31 de octubre de 2021