«. el contexto hemisférico es decepcionante, la política de EE.UU. hacia el sur es la tradicional y además imperceptible. Solo un nuevo liderazgo político coordinado entre algunos países de la región puede hacer una diferencia.».
El Presidente de Chile ha sido invitado por su par de Estados Unidos, junto a otros mandatarios de América Latina y el Caribe, a un encuentro de la Cumbre de las Américas, el 6 de junio. EE.UU. ha excluido a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Los presidentes de México y Bolivia han cuestionado la exclusión, y pueden sumarse otros. La Cumbre puede pasar inadvertida o resultar fallida.
¿Qué esperar? La posibilidad de avanzar es escasa. Por el lado estadounidense, Biden está abrumado. Teme perder la mayoría en ambas cámaras del Congreso en noviembre, encara la confrontación con Rusia y sus implicancias con China, su rival estratégico; debe manejar la elevada inflación, el menor crecimiento y el alto déficit fiscal. Por tanto, su atención hacia América Latina es baja. Por su parte, América Latina vive un período de fragmentación, con democracias asediadas, problemas económicos y sociales agudizados por la pandemia, gobiernos débiles con exigua capacidad de iniciativa internacional.
¿Qué prioridades podrían interesar a EE.UU. y qué podría lograr América Latina en este contexto? Las prioridades de EE.UU. son inmigración, droga y su relación con México. Este último es hoy su principal socio comercial, y la relación continuará creciendo por la relocalización de las cadenas globales de producción. En América Central, EE.UU. pretende contener la emigración ayudando a mejorar la economía local. Con América del Sur su gravitación económica es menor, y su interés diplomático se concentra en Colombia y Brasil. Pero la verosimilitud del triunfo de Petro en Colombia y Lula en Brasil cambiará el escenario en pocos meses. Por su lado, las prioridades de los países de América del Sur son su recuperación económica, financiamiento y aumentar comercio e inversiones aprovechando su creciente relación económica con China.
¿En qué materias podrían articularse acuerdos? Se debería privilegiar la gobernabilidad democrática y los derechos humanos; la lucha contra la corrupción y el crimen organizado, inmigración, salud y financiamiento externo. Asimismo, los gobiernos debieran acordar la colaboración en energías renovables, digitalización y tecnologías verdes.
¿Puede Chile innovar en su relación con EE.UU. en estas circunstancias? Chile puede aprovechar sus cualidades en cuatro campos. Primero, el Presidente Boric representa a una nueva generación de izquierda democrática y defensora de los derechos humanos, distinta de otras izquierdas autoritarias, y ha definido una posición sin ambages. Ofrece un camino de transformaciones sociales, reducción de las desigualdades, y de participación de mujeres en política. Si un objetivo político prioritario de la Cumbre es la democracia, la gobernabilidad y las condiciones para fortalecerla (reducir la desigualdad, luchar contra la corrupción y la violencia y rechazo a los autoritarismos), Chile puede sintonizar y coordinarse con la administración Biden.
Segundo, Chile posee importancia global en la batalla por la descarbonización del planeta. Es productor de cobre y litio, posee un potencial enorme en hidrógeno verde, energía solar y eólica, esenciales para contener el cambio climático. Esta es una gran ventaja para asociarse en proyectos tecnológicos que acrecienten la capacidad nacional.
Tercero, Chile puede intercambiar experiencias para gestionar los temas de inmigración, y puede participar en acuerdos para establecer nuevas fórmulas de colaboración con los demás países americanos.
Cuarto, en el campo digital, Estados Unidos podría impulsar programas relevantes en América Latina. En lugar de alertar por la presencia china en comunicaciones, el Presidente Biden debiera crear programas de colaboración en formación de expertos, investigación, capacidad de almacenamiento y procesamiento de datos, inteligencia artificial. Chile, por su parte, puede impulsar iniciativas más ambiciosas sustentado en su potente presencia en Astronomía. Una Cumbre de las Américas que ponga en marcha operaciones conjuntas podría reavivar las anémicas relaciones hemisféricas, y también potenciaría una acción multilateral latinoamericana que en algo incida a nivel global. El contexto hemisférico es decepcionante, la política de EE.UU. hacia el sur es la tradicional y, además, imperceptible. Solo un nuevo liderazgo político coordinado entre algunos países de la región puede hacer una diferencia. Con todo, por modesta que sea la Cumbre el Presidente chileno debiera asistir.
Autor: Sergio Bitar