Por Osvaldo Rosales
Publicado en: Litoralpress
China representó el 40% del crecimiento global en la última década. La pregunta es si la actual amenaza deflacionaria es transitoria o de mayor aliento. La inflación subyacente en 12 meses pasó de 0,4% en junio a 0,8% en julio, de modo que hoy esa amenaza parece menor.
La economía china salió rápido de la crisis subprime con un salto de 7 puntos del PIB en la inversión en infraestructura y construcción, financiada básicamente con deuda de corporaciones no financieras y de gobiernos locales, en muchos casos con operaciones fuera de balance.
Se gestó un entramado entre gobiernos locales (que venden tierras a constructoras para financiar 1/3 de sus gastos), las constructoras (que se endeudan con banca estatal y construyen viviendas caras) y las familias adineradas que invierten en bienes raíces, ante un mercado financiero poco sofisticado. Esta es la raíz de la gigantesca burbuja inmobiliaria. El gobierno está enviando inspectores a revisar los balances de los gobiernos locales y realizar los ajustes necesarios. China explicó ½ de la expansión crediticia mundial entre 2005 y 2016; la inversión inmobiliaria se acerca al 18% del PIB y el binomio inmobiliario-construcción, al 30% del PIB. Desmontar la burbuja especulativa sin afectar excesivamente el crecimiento no es fácil. En China detecto un pacto social implícito en torno a la generación de 12 a 13 millones de empleos urbanos por año para mantener constante la tasa de desempleo. El desempleo juvenil en junio fue de 21% y la cifra no se publicó en julio. Si estas cifras no ceden, esperaría un paquete reactivador importante. No le asigno viabilidad política a un escenario de contracción económica y proyecto ajustes de sintonía fina entre gradual desmonte de la burbuja especulativa y acciones de estímulo al crecimiento. Si la economía china no consiguiese crecimientos superiores al 3%, evento poco probable, existiría un natural impacto sobre economías que la tienen como primer socio comercial, como Chile. Impacto que operaría vía menores precios y quantum de exportaciones, menor precio del cobre y menores aportes al fisco.
No hay soluciones mágicas para escapar de este impacto, salvo estimular fuentes internas de crecimiento, acelerando el desmonte de la tramitología de las inversiones, concesiones en obras públicas, construcción de viviendas y los proyectos en litio e hidrógeno verde. En el mediano plazo, diversificar mercados de destino siempre será una opción disponible.