Por Jorge Heine, profesor de Relaciones Internacionales, Universidad de Boston
La decisión de la Fiscalía Nacional Económica de aprobar la compra de la Compañía General de Electricidad Industrial (CGE) por parte de la estatal china State Grid (la mayor empresa eléctrica del mundo), pone sobre el tapete la cuestión de la condición de las empresas estatales chinas.
Para algunos abogados de la plaza, el que las empresas estatales chinas estén bajo la Comisión de Supervisión y Administración de Activos Estatales (SASAC), le daría a ésta el carácter de un holding privado, lo que es el grupo Luksic en Chile. Ello significaría que, para efectos de la ley antimonopolios en Chile, toda empresa estatal china debería ser tratada como parte de esta gigantesca entidad, y las decisiones tomadas acorde.
Ello refleja incomprensión acerca de cómo funciona China y puede tener efectos nefastos en cómo Chile se relaciona con la segunda mayor economía del mundo y la mayor exportadora de capital. SASAC actúa como accionista gubernamental de los cerca de un centenar de grandes conglomerados estatales en el país, abarcando unas 23.000 empresas (Kroeber, 2016). SASAC les fija metas de rentabilidad y nombra parte de sus directorios, pero no controla su gestión. Incluso, algunas empresas estatales tienen rango ministerial equivalente a SASAC, por lo que no estarían subordinadas a ésta. También hay empresas estatales subordinadas a los gobiernos provinciales y locales. Y las empresas estatales chinas no son monopolios.
Todo el diseño de la reforma del sector estatal en 2003, cuando se creó SASAC, se basó en evitar los monopolios. Y estas empresas tienen sus propios objetivos, a veces contrapuestos entre sí, y operan con un alto grado de autonomía. China crece a las tasas que crece (18,3% en el primer trimestre de 2021), porque sus empresas, estatales y privadas, compiten entre sí, en China y en el extranjero. Ello las fuerza a innovar y a buscar nuevas fórmulas para ganar cuotas de mercado.
La autonomía de estas empresas llega a tal punto que para algunos observadores no solo no estarían controladas por el poder central, sino que serían ellas las que controlarían a este último. Ello es una exageración, pero mi punto es que estamos hablando de algunas de las mayores empresas del mundo (los cuatro mayores bancos del mundo en materia de activos son chinos), y la noción de que todas ellas serían controladas y dirigidas por una deus ex machina central, que las haría tomar decisiones en cuanto a precios y cuotas de mercado, indica una ingenuidad digna de mejor causa. Aparte de la mera imposibilidad de algo así, dados los órdenes de magnitud involucrados, ello va en contra del principio guía que rige a SASAC y el manejo de las empresas estatales chinas, que es obtener una adecuada rentabilidad, algo que logran regularmente.
En 2019, China fue no solo el mayor socio comercial de Chile, sino que también la mayor fuente de inversión extranjera. Ya es hora que aprendamos cómo funciona.
Contenido publicado en La Tercera