El triple golpe de la pandemia, la guerra en Ucrania y la desarticulación de las cadenas de valor ha pegado fuerte.
La toma de posesión de Gustavo Petro en Colombia, el primer presidente de izquierda en el país de García Márquez, es una expresión más de la segunda “marea rosa” en América Latina. Esta vez, las condiciones externas e internas son bastante más difíciles que a comienzos de los 2000, cuando se dio la primera ola de gobiernos progresistas.
Esto exige un manejo muy fino por parte de estos gobiernos, para superar los enormes desafíos que enfrenta la región. El triple golpe de la pandemia, la guerra en Ucrania y la desarticulación de las cadenas de valor ha pegado fuerte.
En este contexto, en una columna en estas páginas ( “La autonomía en nuestra política exterior”, 4 de agosto), Juan Gabriel Tokatlian disecta la noción de autonomía. Con raíces en pensadores como Helio Jaguaribe y Juan Carlos Puig, la “Escuela de la Autonomía “ tiene una larga tradición en la disciplina de las Relaciones Internacionales en la región. Tokatlian ha aportado a ella, entre otros, con la noción de “diplomacia de la equidistancia” (DDE) para referirse al enfoque a seguir en el diferendo China-Estados Unidos.
En esta Segunda Guerra Fría, hay otro concepto que ha tomado fuerza. Me refiero al No Alineamiento Activo ( NAA) . El mismo fue planteado hace dos años por Fortin, Heine y Ominami, y luego en un volumen editado por ellos ( El No Alineamiento Activo y América Latina : Una doctrina para el nuevo siglo, Catalonia. 2021) que cuenta con un importante capítulo de Tokatlian. El NAA señala que, en la actual competencia por la primacía entre Estados Unidos y China, los países de la región no deben alinearse ni con Washington ni con Beijing, sino que poner sus propios intereses al frente. Esto sería clave para revertir el declinar de América Latina, que ya está pasando derechamente de la periferia a la marginalidad.
Una diferencia entre la DDE y el NAA es que el segundo aplica una geometría variable. No se trata de mantenerse siempre en un punto intermedio entre ambas potencias, sino que en ciertos temas ( como en democracia y derechos humanos) habrá una mayor cercanía con Washington, y en otros ( como desarrollo y libre comercio) con Beijing.
El NAA rescata lo mejor de los planteamientos del Movimiento de Países No Alineados ( NOAL) desarrollados por Jawaharlal Nehru en lo que fue otrora el Tercer Mundo, y es hoy el Sur Global. Figuras señeras como Nehru, Nasser, Nkrumah, Sukarno y Tito , articularon un espacio para los países de África, Asia y América Latina no dispuestos a tomar partido en la Guerra Fría entre Washington y Moscú. Adaptando esa noción al nuevo siglo, el NAA impulsa una mayor cooperación política e integración regional en América Latina, así como una relación más estrecha con Asia, la zona más dinámica hoy.
El eje geopolítico y geoeconómico del planeta se trasladó del Atlántico Norte al Asia Pacífico , en lo que el Banco Mundial ha llamado el “giro de la riqueza”. El grupo BRICS , al que Argentina se podría incorporar pronto, encarna esta nueva realidad en el que será “el siglo de Asia”.
El surgimiento de este Nuevo Sur ha implicado el reemplazo de la diplomatie des cahiers des doleances del viejo Tercer Mundo, por la muy distinta “diplomacia financiera colectiva” de nuestros días, reflejada en entidades como el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura (BAII), el Nuevo Banco del Desarrollo (NBD) y la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
Cuando planteamos originalmente la noción del No Alineamiento Activo, ella fue recibida con escepticismo por algunos. Una primera reacción, muy propia del presentismo/provincianismo de una cierta óptica y la falta de una mirada larga, fue decir que el NAA se reducía a una especie de romántica a la recherche de temps perdu sin relevancia para los tiempos de hoy. En otras palabras, se trataría de un concepto anacrónico. Pero no solo eso. Sería también utópico.
En 2020, según esta perspectiva crítica, ¿qué gobierno latinoamericano haría suya tan peregrina noción? Dos años después, el cuadro es muy distinto.
La guerra en Ucrania, en que muchos de los principales países de África, Asia y América Latina se han negado a plegarse a las posiciones occidentales y a las sanciones a Rusia, ha dado nueva vigencia a No Alineamiento.
De súbito, según la gran prensa del mundo anglosajón y en las revistas especializadas , el No Alineamiento como la alternativa preferida del Sur Global ha vuelto en gloria y majestad. En esta difícil coyuntura de la región, el No Alineamiento Activo representa la mejor ruta hacia la tan ansiada autonomía y prosperidad de la América morena.