Cuando dentro de 10 años intentemos explicar el mundo de 2030 es muy probable que nos remontemos a la crisis de 2020 y a las decisiones que se tomarán en 2021. Mientras que estos 12 meses han sido un año de perplejidad y confusión, 2021 será uno de acción, de decisiones individuales y colectivas cuyo impacto irá mucho más allá de ese año. 2021 vendría a ser una especie de bifurcación, una coyuntura crítica, un momento lleno de riesgos, pero también de oportunidades que pueden aprovecharse o no. En este ejercicio de (re)construcción a múltiples niveles que va a suponer 2021, nos encontraremos con una pregunta recurrente: ¿es posible o incluso deseable volver a la normalidad perdida? Este interrogante se traslada a cada uno de estos 10 temas.
Sistema internacional: ¿cooperación o conflicto? La pandemia ha dejado al descubierto las disfunciones de la gobernanza global. Solo hace falta recordar que se necesitaron tres meses de deliberación y 10 millones de casos registrados, para que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas fuera capaz de superar los vetos y acordará una resolución. La emergencia sanitaria ha dado pie a dos respuestas contradictorias. Por un lado, ha reactivado reflejos cooperativos, recordando que la pandemia es uno de los muchos retos que solo pueden abordarse globalmente. En 2021 esta cooperación tendrá su reflejo con las campañas de vacunación en países menos desarrollados a través de iniciativas como COVAX. Por otro lado, la pandemia ha generado reacciones proteccionistas y ha dado un nuevo cariz a una competición geopolítica preexistente entre potencias globales y regionales. En 2021 ya no hablaremos de la diplomacia de la mascarilla sino de la geopolítica de la vacuna. A todo ello hay que añadir que uno de los efectos de la crisis sanitaria global es la agravación de otras crisis como las humanitarias debido al aumento de la pobreza, la disminución de la ayuda internacional o las dificultades logísticas para hacerla llegar.
Joe Biden: ¿restauración o reorientación? Políticamente hablando, 2021 empezará el 20 de enero con la toma de posesión del tándem Biden-Harris. Fuera y dentro de Estados Unidos resonarán tres debates: ¿Es posible despolarizar EE UU? ¿Está el trumpismo derrotado o está rearmándose? ¿Aspira la nueva Administración a restaurar o reorientar a Estados Unidos como principal potencia del sistema? La pulsión restauradora se hará visible con el compromiso con el multilateralismo, la diplomacia y la recuperación de una agenda normativa en clave democrática. Pero también habrá procesos de reorientación, a la luz de los cambios internos y también del nuevo equilibrio de fuerzas a nivel global. Biden no será menos firme que Trump en la defensa de los intereses de su país ante China. La diferencia respecto a su antecesor es que el nuevo presidente será mucho más activo a la hora de buscar alianzas para abordar este desafío tanto en clave transatlántica como en el indo-pacífico.
Acción contra el cambio climático: ¿aplazamiento o anticipación? La pandemia ha sido una especie de ensayo para futuras crisis y un recordatorio de la inadecuación de las capacidades anticipatorias. La pandemia ha generado un sentimiento de vulnerabilidad compartida y también ha demostrado que ante circunstancias excepcionales pueden alterarse las pautas de movilidad y consumo. La otra cara de la moneda es que se han generado más desechos y que algunos planes de estímulo –el Plan Verde de la UE es la excepción– no han integrado suficientemente la decisión climática. Una de las grandes citas internacionales del año es la COP26 de Glasgow en noviembre, con el retorno de Estados Unidos a la lucha contra el calentamiento global como gran novedad. Las nuevas tecnologías son la otra gran esperanza ya que en 2021 oiremos hablar mucho sobre el potencial del hidrógeno como energía limpia.
Recuperación: ¿global o parcial? En 2021 habrá recuperación económica. Pero aquí lo importante no es el sustantivo, sino los adjetivos. Esta recuperación será frágil –en el sentido que dependerá de que no lleguen malas noticias desde el ámbito sanitario– y sobre todo desigual. Si el impacto de la pandemia ha sido desigual, también lo será la recuperación. Se ha discutido si la recuperación será en forma de V, de U o de W. Seguramente la letra del alfabeto que mejor ilustra el comportamiento económico del nuevo año será la K, ahondando en la idea de bifurcación. Algunos países, sectores e individuos habrán recuperado lo perdido, estarán aprovechando los planes de estímulo y se habrán adoptado a la nueva forma de producir y consumir. Otros lo tendrán peor. Para estos la recuperación será muy débil o quizás inexistente. Esto nos recuerda al efecto túnel, entendido aquí como la frustración de aquellos que se encuentran detenidos, mientras que ven como los del carril izquierdo avanzan y empiezan a salir del túnel de la pandemia.
Modo de vida: ¿vuelta a la normalidad o nueva normalidad? Siguiendo con la analogía, los del carril izquierdo son los que tienen la capacidad para adaptarse a las nuevas formas de trabajar, de viajar, de consumir y de relacionarse. En clave internacional, uno de los grandes temas es la economía de la nube. Habrá una feroz competencia entre grandes compañías para hacerse con una parte del negocio del almacenaje de datos, se reforzará el debate sobre la soberanía digital y aumentará la vulnerabilidad digital a los ciberataques y al espionaje industrial. Durante la segunda mitad de 2021 podremos intuir si se está en proceso de volver a la situación prepandémica en cuanto a viajes de negocios, grandes ferias o acontecimientos deportivos o si se tiende a viajar menos o a organizar estas actividades de forma distinta. La celebración (o no) de los Juegos Olímpicos de Tokio será un buen indicador. Y esto nos lleva a hablar del turismo, uno de los sectores más afectados. En 2021 se discutirá sobre la necesidad de revisar modelos, pero también aumentará la preocupación por la situación de aquellos territorios más dependientes de esta actividad como Tailandia, los países de la cuenca Mediterránea o del Caribe.
Gigantes digitales: ¿expansión o exposición? La digitalización es una megatendencia difícilmente reversible y en 2020 ha vivido un repentino proceso de aceleración. En 2021 los grandes gigantes como Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft seguirán gozando de una posición dominante, pero los procesos de crecimiento más rápidos los protagonizarán tanto sus rivales chinos como nuevas compañías, surgidas casi de la nada. Pero este proceso de expansión de lo digital implica una mayor exposición y, por lo tanto, un mayor escrutinio por parte de la opinión pública y de los gobiernos. En 2021 veremos cómo esta exposición de los gigantes digitales se refleja en tres ámbitos: fiscalidad, competencia y soberanía. La agenda digital puede ser un tema de concertación transatlántica, pero también fuente de fricciones. Respecto a China, la palabra clave será competición y entre las novedades de este año habrá que estar atentos a los planes de expansión del yuan digital, que a diferencia de las criptomonedas tendrá menor fluctuación y estará respaldada por un banco central y cuya popularización daría a China muchísima más información sobre preferencias y pautas de consumo dentro y fuera de sus fronteras.
Ciudades: ¿más habitables o más desiguales? La irrupción de la pandemia ha tensionado el modelo urbano. Autoridades locales y movimientos sociales exigen ciudades más habitables, más saludables y con una movilidad individual y colectiva más sostenible. En muchos países, la pandemia ha reforzado la innovación social (como ya sucedió después de la crisis de 2008), multiplicando las iniciativas de solidaridad y los esfuerzos comunitarios y vecinales. Sin embargo, junto con las oportunidades también surgen nuevos riesgos en forma de malestar social como consecuencia de la profundización de las desigualdades. El espacio urbano, tanto en los centros como en los barrios periféricos más castigados por la pandemia, serán el escenario de episodio preeminente de expresión del malestar. En clave territorial, hay que añadir que, en un contexto postpandémico, la brecha digital se ha acrecentado y reforzará todavía más la desigualdad entre los territorios conectados y aquellos que, metafóricamente, siguen a oscuras.
Migrantes: ¿salud pública o salud nacional? Respecto a las migraciones internacionales, 2021 no será muy distinto de los anteriores: mala gestión, cortoplacismo, deshumanización, crisis esporádicas, securitización, erosión de derechos e intento de trasladar la frontera real cada vez más lejos de la oficial. En cambio, sí que se planteará una disyuntiva a la hora de abordar el encaje en la sociedad de los extranjeros residentes, estén o no en una situación irregular. Es un debate que no va a producirse en términos morales, o no sólo, sino también en términos de interés y racionalidad. Con la pandemia ha crecido la visibilidad de colectivos que emplean a mucha población migrante como el personal de la limpieza, cuidadoras, repartidores a domicilio, tenderos o temporeros del sector agrícola. ¿Se traducirá esto en políticas más inclusivas? Por otro lado, la pandemia intensifica la discusión sobre los riesgos para la salud pública de tener parte de la sociedad desasistida y fuera de los canales oficiales. La previsión de procesos de vacunación masivos en 2021 lo pondrá todavía más de manifiesto, contraponiendo dos modelos de salud y de sociedad.
Malestar: ¿individual o colectivo? Se cumplen 10 años de las primaveras árabes y africanas, de los indignados en España y también del movimiento Occupy. Tocará hacer balance y preguntarse por si se han abordado las causas del malestar. También será el momento en que se desconfine el malestar que emergió con fuerza en 2019 y que tomó las calles de medio mundo, de Hong Kong a Latinoamérica, pasando por Bagdad, Argel y Beirut. Una de las características de las dinámicas de protesta en 2021 es que junto a las expresiones de malestar colectivo e incluso global parte de este malestar se manifestará en forma de reivindicaciones grupales: minorías contra la mayoría, mayorías contra la minoría, agravios de carácter territorial, generacional o incluso gremial. En paralelo, una parte del malestar tendrá una dimensión individual, amplificado por meses de confinamiento, una disminución de la interacción social y su sustitución por contactos virtuales en lo que es un terreno fértil para la desinformación y en los casos extremos para procesos de radicalización violenta.
Unión Europea: ¿recuperada o bloqueada? La disyuntiva de recuperación o bloqueo se traslada a dos frentes. El primero es la preservación de la esencia, de su identidad y su razón de ser. La UE es, entre muchas cosas, una unión de democracia, de estados de derechos, de justicia social y de libertad de movimiento. El segundo frente es transformacional. La Unión siempre ha aspirado a transformarse a sí misma, a los países del entorno e incluso a sentar estándares aplicables para el resto de los componentes del sistema internacional. La pandemia ha dado impulso e incluso un significado al Plan Verde y a la agenda de digitalización. En la intersección entre la agenda de preservación de lo que somos y la de la transformación en lo que queremos ser hay otros dos retos: la recuperación económica y la autonomía estratégica. El proyecto y la voluntad están. Lo que genera dudas es la capacidad para llevarlo a cabo, por los bloqueos internos, el riesgo de desestabilización de los países de su entorno y las complicadas relaciones con otros tres poderes europeos: Turquía, Rusia y el Reino Unido.
Hay un punto de convergencia en la reflexión sobre las perspectivas para 2021 para el sistema internacional y la construcción europea: la pandemia ha dejado al descubierto debilidades y contradicciones, pero también ha sido un potente recordatorio de los altos niveles de interdependencia y la necesidad de soluciones cooperativas y solidarias. Este nuevo año aparece como una oportunidad que puede aprovecharse o no. La perplejidad deja de ser una opción y la fuerza de los procesos de cambio obliga a elegir camino en un año de múltiples bifurcaciones.
Este artículo es una versión reducida de la Nota Internacional publicada por CIDOB el 11 de diciembre de 2020. Esta Nota Internacional es el resultado de la reflexión colectiva del equipo de investigación de CIDOB en colaboración con EsadeGeo. Coordinada y editada por Eduard Soler i Lecha, en el proceso de redacción ha contado con aportaciones de Hannah Abdullah, Anna Ayuso, Jordi Bacaria, Ana Ballesteros, Pol Bargués, Moussa Bourekba, Anna Busquets, Carmen Claudín, Carme Colomina, Emmanuel Comte, Carlota Cumella, Anna Estrada, Francesc Fàbregues, Oriol Farrés, Agustí Fernández de Losada, Blanca Garcés, Eva García, Andrea G. Rodríguez, Sean Golden, Berta Güell, Marc Ibáñez, Esther Masclans, Óscar Mateos, Sergio Maydeu, Pol Morillas, Francesco Pasetti, Oriol Puig, Enrique Rueda, Olatz Ribera, Héctor Sánchez, Ángel Saz, Cristina Serrano, Eloi Serrano, Marie Vandendriessche y Martina Valls, así como de socios individuales de CIDOB en los trabajos preparatorios.
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