En su primera semana en el poder, el presidente Joe Biden ha firmado a velocidad de vértigo una serie de órdenes ejecutivas para deshacer el legado de su predecesor, Donald Trump. Uno de sus puntos de atención ha sido la lucha contra el cambio climático, campo en el que, entre otras medidas, acordó el regreso de Estados Unidos al Acuerdo del Clima de París. “Volver al Acuerdo de París no es suficiente”, le reclamaron este domingo más de 150 líderes mundiales en una carta publicada en The New York Times. Uno de los firmantes, el exsecretario general de la OEA José Miguel Insulza, pone el énfasis en que, sin Estados Unidos o Brasil, las metas de la región no se pueden cumplir.
Para cumplir las metas, hay que fijarlas. La Administración de Biden aún no establece un objetivo de recorte de sus emisiones de gases de efecto invernadero para esta década. Cuando Barack Obama se sumó al Acuerdo de París, estableció como meta una rebaja del 28% respecto a los números de 2005 como meta para 2025. Según la consultora Rhodium Group, en 2020 las emisiones de EE UU se han situado un 21% por debajo de los niveles de 2005. Han pasado cinco años desde que se firmó el pacto. “El 28% ya no es suficiente, [Biden] tiene que buscar algo superior porque el atraso es muy grande”, advierte por teléfono Insulza, senador socialista, desde Santiago de Chile. La Organización de Naciones Unidas alerta de que para 2030 las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse un 45%.
En la misiva firmada por personalidades como Christiana Figueres, una de las principales gestoras del Acuerdo de París; Armínio Fraga, expresidente del Banco Central de Brasil, y Jesper Brodin, máximo responsable de IKEA, remarcaban al presidente estadounidense que podía transformar los sistemas energéticos de combustibles fósiles en energía limpia y así ser recordado como “el presidente climático que salvó a la humanidad cuando estaba al borde del precipicio”, se leía en la carta.
El ala progresista del Partido Demócrata criticó a Biden durante la campaña presidencial por la tibieza con la que abordó el tema de los combustibles fósiles. “No vamos a acabar con los combustibles fósiles”, sostuvo el entonces candidato en un debate con Trump. Pero las primeras medidas para combatir el cambio climático han sido sólidas. Está previsto que este miércoles Biden pida a las agencias federales que dictaminen una prohibición sobre la perforación hidráulica en su terreno -técnica conocida como fracking– y el uso del agua que hay en esas tierras. Junto a las distintas agencias federales va a determinar cómo de extensa debe de ser la negativa respecto a las nuevas cesiones para extraer crudo y gas en suelo federal.
El encargado especial del clima de EE UU, John Kerry, explicó este lunes en una reunión multilateral sobre adaptación al cambio climático organizada por el Gobierno de los Países Bajos que su Administración está trabajando en el plan de recorte de emisiones de gases de efecto invernadero para esta década y que se anunciará en breve. También los compromisos de financiación climática nacional e internacional. “Vamos a ver cuánto tiempo se demora, por eso estamos escribiendo la carta”, afirma Insulza, quien ha dicho que no han recibido respuesta en las primeras 24 horas, pero que aún esperan una contestación de Kerry.
La pandemia del coronavirus, que forzó a cerrar la economía durante meses en EE UU, puede ser un obstáculo para concentrar inversiones favorables para hacer frente a la crisis climática. “Las estrecheces presupuestarias pueden ser esgrimidas para dilatar inversiones en energías limpias y justificar demoras en el cierre de industrias contaminantes”, advirtió el exsecretario general de la OEA, pero agregó: “Una política decidida de la Administración Biden que muestre compatibilidad entre el combate a la pandemia y una fuerte iniciativa ambiental tendría un impacto importante en la región”.
Otro jugador importante es Brasil. Aunque el presidente Jair Bolsonaro dio marcha atrás en su promesa de campaña de abandonar el Acuerdo de París, su Gobierno se ha caracterizado por priorizar la agenda agrícola exportadora sobre la protección de la Amazonía, el pulmón del planeta. “Si el presidente de Brasil considera, como parece considerar, que este tema del cambio climático es un atentado a la soberanía de Brasil, tenemos grandes problemas”, reconoce el senador socialista.
Entre las soluciones que se barajan, está la de presionar a las autoridades para que cumplan con las metas acordadas en el pacto. “Si el resto de países de América del Sur respeta el acuerdo, pero Brasil no, no vamos a lograr ninguna meta. Yo no puedo dar otras recetas para que esto resulte, solo que Brasil cumpla”, apunta Insulza, que lamenta que el Gobierno de Jair Bolsonaro esté encaminado “en la dirección contraria” para hacer frente a la crisis medioambiental.
Contenido publicado en El País