- Ante el profundo impasse político en que se encuentra Venezuela Chile debe dar su pleno apoyo a la iniciativa de Noruega de facilitar un diálogo entre venezolanos para avanzar hacia una salida democrática y pacífica. Ello será difícil. La dictadura madurista sigue negándose a reconocer su incapacidad para resolver la grave crisis política, económica, social y humanitaria que afecta al país. El Presidente de la Asamblea Nacional, nombrado por ésta como “Presidente encargado” de Venezuela, no tiene ninguna condición material de cumplir el encargo de convocar a elecciones.
- Ninguna de las partes, por ahora, parece estar buscando salidas políticas a la crisis, dejando a las Fuerzas Armadas un papel de árbitro que no les corresponde. Y así se prolonga indefinidamente el sufrimiento del pueblo de Venezuela, dentro y fuera del país. La emigración masiva, especialmente hacia otros países de América del Sur, alcanza ya varios millones, creando serios problemas en los países que los están acogiendo. La malnutrición y la falta de condiciones mínimas de una vida digna son casi universales. Es indispensable que se suspenda toda sanción externa que afecte directa o indirectamente a la población.
- Entretanto, se reducen las iniciativas internacionales que buscan solucionar el conflicto. En la OEA no ha existido mayoría suficiente para una acción colectiva basada en la Carta Democrática y su Secretario General, quien asumió desde temprano una actitud personal de apoyo a la oposición, ha hecho con ello imposible cualquier mediación del organismo interamericano. UNASUR ya no tiene existencia real y el CELAC se encuentra inactivo. El Grupo de Lima, creado explícitamente para contribuir a una solución pacífica, también redujo sus posibilidades de acción al legitimar a Juan Guaidó como presidente constitucional. El Grupo de Contacto, constituido por países europeos y de nuestra región que favorecen la opción del diálogo, no había encontrado hasta ahora eco en la oposición.
- Las reiteradas declaraciones por parte del Gobierno de Estados Unidos que ¨todas las opciones están abiertas” implicando una acción militar han sido desechadas por Chile, el Grupo de Lima y toda la comunidad internacional. Sin embargo, siguen constituyendo un riesgo, ante las declaraciones y acciones del propio Guaidó que las considera una opción posible y ha establecido por ello contacto con el Comando Sur. Evitar que Estados Unidos envíe sus tropas por primera vez a territorio sudamericano se convierte en una necesidad imperiosa para la región y hace aún mas urgente buscar una alternativa política viable y pacífica.
- Es por ello que la iniciativa del Reino de Noruega de ofrecer su mediación para iniciar un diálogo ha tenido una acogida favorable en la comunidad internacional y recibido el respaldo del Secretario General de las Naciones Unidas, único organismo que aún conserva la neutralidad suficiente para intermediar en el tema. Todos comprenden ahora lo que dijimos hace tres meses: esta crisis no tiene salida política sin un diálogo que lleve a acuerdos y compromisos democráticos para el rápido establecimiento de un gobierno de transición y la organización de elecciones libres.
- Esta es, además, la única opción ante la violencia interna y la intervención extranjera. Aunque intentos anteriores de negociación no han tenido resultados, es forzoso perseverar en ello por razones de imperiosa humanidad y por el bien de la paz y la seguridad del continente. Es alentador el hecho de que nadie hasta el momento haya rechazado la iniciativa noruega, que según las informaciones se ha concretado ya en conversaciones preliminares.
- Estamos convencidos de que este es el momento en que Chile, retornando a su verdadera tradición de política exterior y recordando su propia reciente historia política, podría jugar un papel decisivo para que la comunidad latinoamericana e internacional salve el impasse y actúe decididamente en favor de una negociación política pacífica y democrática. Es hora de expresarse claramente y convocar al Grupo de Lima a actuar en la misma dirección.
- Consideramos, por ello, que la respuesta del Gobierno chileno ante esta realidad tan evidente haya sido, a lo menos superficial, en el sentido de que la iniciativa noruega parece positiva pero se deja en manos de Guaidó. Esto no parece compatible con una postura de política exterior autónoma, constructiva y propositiva como corresponde a un país como el nuestro abierto a la colaboración y la búsqueda conjunta de decisiones que afectan a la comunidad de naciones.
- Reiteramos una vez más nuestra posición en cuanto a la necesidad de una salida pacífica y negociada a la crisis que hoy vive Venezuela. Tenemos la convicción de que Chile podría jugar un papel importante promoviendo una convergencia regional, en diálogo con el Grupo de Contacto, que fortalezca una opción negociadora y promueva el retorno a la democracia a través de un período de transición que conduzca a elecciones libres. Sabemos que es una ruta difícil que encontrará todo tipo de obstáculos. Por eso mismo, se hace necesario un fuerte acompañamiento internacional que proteja la necesidad que los propios venezolanos definan los destinos de su país. Un Chile plenamente comprometido con una negociación exitosa repondría algunos de nuestros consensos históricos en política exterior, contaría con un amplio respaldo nacional y sería valorado en la región y en el mundo.