En medio de una semana marcada por el debate del rol que debe cumplir la oposición frente a la crisis sanitaria provocada por el coronavirus y su falta de unidad, el exministro de la Concertación, Carlos Ominami, asegura que su generación tiene parte de la responsabilidad por la situación de división que se vive hoy al interior del sector.
Asimismo, en esta entrevista aborda la polémica que se suscitó luego de que en el marco de una conferencia virtual -convocada el exdiputado, Marco Enríquez-Ominami, junto al Grupo de Puebla- el Presidente de Argentina, Alberto Fernández, entregara un mensaje a la oposición chilena para que zanjen “sus diferencias para recuperar el poder”.
-¿Se podría considerar como intervencionismo el mensaje de Fernández?
En absoluto, es propio de un mundo globalizado y progresista que cree en la integración. No me parece que haya habido injerencia y más aún, diría que aquí hay desconocimiento y críticas de algunos dirigentes como Heraldo Muñoz (PPD) o Ricardo Lagos Weber (PPD), que si hubiesen participado no habrían emitido los juicios que emitieron. Y, de la derecha, hay un tremendo doble estándar. Es cuestión de ver la intervención que hizo el Presidente Piñera en la campaña presidencial argentina, apoyando a Macri, ninguno de nosotros alegó por eso.
-¿Y hay doble estándar al interior de la oposición?
Más que eso, claramente hubo desconocimiento. Le tengo mucho aprecio a Heraldo, pero tengo también diferencias con él y me llama la atención que en general los que manifestaron las críticas en esta ocasión son los mismos que no quisieron suscribir y que criticaron cuando nosotros desde Chile apoyábamos al Presidente Lula Da Silva, que estaba siendo objeto de una persecución política.
-¿Pero es positivo que se involucren de esa forma los mandatarios extranjeros?
Es cierto que hay tema con la Presidencia, pero los presidentes también son líderes políticos y son personas que tienen ciertas conducciones. Uno puede tener un juicio crítico respecto de la derecha chilena, pero tener estupendas relaciones con el Presidente Piñera. Siento que hay algo de hipocresía, es mejor sincerar las cosas y siento que decirle a una oposición que tiene que unirse es una obviedad completa. Decir algo de ese tipo es totalmente de sentido común y hay una mala intención cuando se busca transformar esto en un incidente.
-Esta polémica se dio en el marco de un debate respecto de la falta de unidad del sector. ¿A quién ve como el responsable de eso?
Mi reflexión es lo siguiente: lo que vivimos, un cuadro de divisiones y de fragmentación, tiene que ver fundamentalmente con el pasado y no con el futuro. ¿En qué sentido? Nunca se terminó de hacer un buen examen de las razones por las cuales fuimos derrotados el 2009 y el 2017 y nunca se hizo un buen balance de lo que había ocurrido con toda la experiencia de la Nueva Mayoría. Lo que vive la oposición es porque hay una muy mala herencia de un proceso que no fue enfrentado de manera frontal. En eso, las nuevas direcciones no han podido construir lazos ni constituirse como una comunidad como la que tuvimos antes. Ahora, producto de esta crisis hay un amplio campo para que las convergencias dentro de la oposición puedan sacar adelante un proyecto común.
-¿Es culpa de las dirigencias actuales que no se solucionen los problemas?
Es que no son problemitas. El problema de no hacer un balance de lo ocurrido es serio, el que no se hayan generados las lealtades necesarias como para poder enfrentar (desafíos), no es un problema menor. Entonces, es fundamental hoy poner por delante un buen diagnóstico de lo que ha ocurrido en el mundo, en Chile y cuáles son las tareas hacia adelante. Desde ese punto de vista hay muchas posibilidades de que nos encontremos y que los valores de la oposición puedan ser mayoritarios en la sociedad chilena.
-Y sobre el pasado, ¿existe una autocrítica de su generación por no haber cuidado esos lazos?
Nosotros también tenemos responsabilidades. Soy de la idea de que no supimos dejar bien claro ni sincerar nuestras diferencias, cuando tratamos de organizar un buen debate dentro de la Concertación fuimos caricaturizados y lo peor que le pudo haber ocurrido a la Concertación fue no haber discutido, porque la crisis de la Concertación tiene mucho que ver con evitar los debates. Eso dejó en evidencia que las diferencias subsisten y se expresan de la peor manera. Es mucho mejor una coalición que expone sus diferencias, las discute.
-¿Entonces hay una responsabilidad histórica de su generación?
Yo creo que sí. Sería muy injusto endosarle toda la responsabilidad de la división de la oposición a las nuevas generaciones. Estas divisiones ya venían y es normal que existan al interior de una coalición tan amplia. Siempre fui partidario que pudiéramos sincerar nuestra propia identidad, porque no era una sola fuerza política de centroizquierda y punto, sino que había una convergencia entre el centro y la izquierda. Y siempre he pensado, y sigo pensando, que es bueno que exista un centro que tenga su personalidad y una izquierda que tenga la suya, pero que entiendan que la única manera de darle gobernabilidad a Chile es sobre la base de esta convergencia entre el centro y la izquierda, pero en torno a una alianza y no una fusión.
Entrevista publicada en La Tercera.