Quienes firmamos esta carta pública compartimos la esperanza de la inmensa mayoría de nuestros compatriotas: ver como Chile escribe por primera vez en su historia una Constitución de manera democrática, paritaria, con participación de pueblos originarios.
Desde nuestras diversas trayectorias e ideas, hemos observado con ilusión el avance de la Convención Constitucional, en la cual están representados, como nunca, los sueños y aspiraciones de todos los pueblos y territorios de Chile. Apreciamos con admiración como ésta ha definido sus reglas y sorteado los obstáculos, en base a un trabajo arduo y un espíritu colectivo que no siempre es bien comprendido.
En estos días la Convención ha entrado a su etapa decisiva. El pleno ha comenzado a deliberar y votar las normas que, respetando la heterogeneidad y la libertad, encauzarán las energías y la convivencia de las generaciones actuales y venideras.
Se trata de un momento histórico. El momento de hacer converger los factores del pasado y sus tradiciones, con toda su carga de experiencias y claroscuros, y las demandas de un futuro que exige nuevas respuestas e instituciones. Es la manera de conseguir que Chile siga adelante como un todo ante los desafíos del siglo XXI.
Desde nuestro andar por los diversos caminos de la vida hemos aprendido que no cabe tener miedo al entendimiento. Más aún cuando se trata de crear la ley de leyes, aquella destinada a acoger, en toda su rica diversidad, a las y los chilenos de ayer, de hoy y de mañana.
En estas horas cruciales nos dirigimos a las conciudadanas y conciudadanos a quienes elegimos para integrar la Convención a fin de implorarles que busquen sin descanso los entendimientos necesarios, para generar un todo normativo que permita procesar las diferencias y fundamentar políticas por las cuales avanzar unidos hacia el bien común y la convivencia justa. Esto demanda una visión amplia, que debemos desarrollar superando prejuicios. Nos permitirá mirar más allá de la coyuntura política que dio origen a este proceso, poniendo la vista en el todo y no exclusivamente en los intereses o visiones de grupos particulares. Si es preciso tener más tiempo para madurar acuerdos más amplios y mejores entre los convencionales que todos elegimos, nos parece una idea que se debiera considerar.
Les imploramos que concuerden un texto con una base de acuerdo muy amplia, como para hacer del Plebiscito de salida un momento de unidad nacional y no un momento de polarización con resultados inciertos. Esto es fundamental para evitar que Chile caiga en una espiral de enfrentamientos y divisiones que impida alcanzar lo que todos queremos: una sociedad justa, solidaria, creativa, ecológica, armónica y libertaria.
Gastón Soublette
Adriana Valdés
María Teresa Ruíz
Felipe Berrios sj