Durante los próximos dos años se realizarán catorce procesos electorales para renovar los Gobiernos y los Parlamentos de América Latina y el Caribe.
Ellos se darán en un período histórico en que la región deberá enfrentar la mayor crisis económica y social en más de un siglo, producto de los devastadores efectos de la pandemia del coronavirus, que han puesto en evidencia los problemas estructurales de un área que se caracteriza por ser la más desigual del mundo.
Los latinoamericanos viviremos tiempos difíciles en los que las democracias trabajosamente recuperadas serán puestas a prueba por doquier.
Preservar y fortalecer la democracia es una condición esencial para superar positivamente la crisis en curso y reimpulsar el proceso de integración regional. De allí la importancia decisiva de que los procesos electorales que se avecinan se realicen con pleno respeto a las libertades políticas, con transparencia, neutralidad de los Gobiernos en ejercicio, escrutinio imparcial y resultados universalmente reconocidos.
El ciclo se inicia el próximo domingo 18 de octubre en Bolivia donde está convocada la elección de Presidente, Vicepresidente y Congreso Nacional. La denuncia y desconocimiento por parte de la oposición de entonces, de los resultados de la elección presidencial del 20 de octubre de 2019, provocó una aguda crisis política e institucional, que obligó la renuncia del Presidente Evo Morales, presionado por las Fuerzas Armadas, y la instalación del Gobierno de Jeanine Añez.
La elección del próximo domingo es la oportunidad para el pleno restablecimiento de la democracia boliviana.
El Tribunal Supremo Electoral (TSE) y el actual gobierno de facto tienen la responsabilidad histórica de garantizar la transparencia de la elección, de manera que sus resultados sean reconocidos por todas las fuerzas políticas y candidatos en competencia. Prestarán así no sólo un señalado servicio al pueblo de Bolivia sino también al fortalecimiento de la democracia en América Latina.
Octubre 15 de 2020