Al acercarse diciembre de 2020 se hizo nítido el medio siglo de relaciones diplomáticas entre Chile y la República Popular China (RPCh), con todos sus alcances y derivaciones. Cincuenta años marcados por cambios profundos en ambos países, al comienzo bajo una concordancia en la matriz global del socialismo, para derivar hacia las coincidencias en ser parte de las tendencias del comercio mundial y la promoción de mercados abiertos. Ello ha determinado que los estudios sobre este período ponga casi toda la atención en los intercambios entre ambos países y las razones de su incremento, especialmente tras la crisis económica de 2008. Un análisis con actores públicos y privados, que – no obstante su calidad en la observación de estadísticas y cifras – deja en segundo o tercer plano las variables políticas subyacentes en esta relación. Este texto pretende rescatar los escenarios políticos construidos en ese devenir económico.
Junto con asumir el gobierno en noviembre de 1970, el presidente Salvador Allende instruyó al embajador de Chile en Francia, Enrique Bernstein, un diplomático de gran prestigio en la Cancillería chilena, que iniciara conversaciones con el embajador de la RPCh en ese país, para acordar el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Chile y China. Ello, obviamente, significaba terminar con el reconocimiento a Taiwan (República de China). Tal acuerdo, histórico por ser el segundo país latinoamericano en hacerlo y antes que la RPCh fuera reconocida como legítima representante de China en Naciones Unidas y miembro permanente del Consejo de Seguridad, se hizo público el 15 de diciembre de ese año.
Si bien estaba presente la voluntad política de los gobiernos de la época para ello, la decisión era un reconocimiento de la realidad y visión de largo plazo:
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