- Bajo el liderato de Estados Unidos, secundado por Colombia y Brasil, Chile votó a favor de la activación del Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca (TIAR) para resolver la ya muy larga crisis humanitaria y política a que ha conducido la dictadura madurista en Venezuela. Ello fue calificado por ex Cancilleres chilenos miembros del Foro Permanente de Política Exterior como “un grave error que va a costar mucho desde el punto de vista histórico”, junto a otros comentarios de similar rechazo.
- Esta decisión minimiza el espacio de una salida política y expande la posibilidad de aplicar un sistema de sanciones extraordinariamente fuerte como motor principal de las acciones a venir. La consecuencia evidente es mayor emigración y mayor sufrimiento para que las familias venezolanas más vulnerables. Esta es una opción que las fuerzas democráticas chilenas siempre rechazamos en nuestra lucha contra la dictadura que nos gobernó durante 17 años.
- Junto a las sanciones, esta decisión, adoptada por sólo 12 de los 34 Estados Miembros de la OEA, abre el camino a la intervención militar en Venezuela como instrumento de política interamericana. Chile se opuso, no tuvo influencia para ser escuchado y terminó votando a favor. Difícil de explicar, a lo menos pudo haberse optado por la Carta Democrática Interamericana, tratado más moderno y adecuado a la situación que impera en Venezuela. Otros países eligieron el camino de la dignidad, absteniéndose.
- Esta decisión internacional de trascendencia histórica, se adopta nuevamente sin consulta previa al Consejo Asesor de ex Cancilleres ni al Parlamento y sin un espacio de discusión ciudadana. Se trata de una decisión ajena a los principios de la política exterior chilena de compromiso con la democracia, respeto a los derechos humanos, promoción de la paz, no intervención, diálogo y negociación, solución pacífica de las controversias y, por ende, rechazo a las intervenciones militares.
- El TIAR surgió en la inmediata posguerra, año 1947, por iniciativa de Estados Unidos, concebido como un instrumento de la guerra fría. Su objetivo apuntó a privilegiar el predominio de los intereses norteamericanos en la región, asegurando la intervención militar colectiva frente a eventuales fuerzas extrarregionales.
- De hecho, el TIAR históricamente se ha movilizado en función de iniciativas promovidas por Estados Unidos. Así aconteció con la invasión norteamericana a República Dominicana en 1965, a la que luego, vía la OEA y el TIAR, se la pretendió vestir de multilateralismo regional, al crear la Fuerza Interamericana de Paz. Siguió
esta tendencia en los casos de Cuba, Nicaragua, en los conflictos centroamericanos de los 80`s y pretendió, sin éxito, ser convocado también para la invasión norteamericana a Grenada. Paradójicamente, en la única ocasión en que un país latinoamericano acudió al TIAR para invocar apoyo en el conflicto que lo enfrentó a un país extrarregional, el TIAR no estuvo disponible. Fue con ocasión de la guerra de Las Malvinas, en 1982, cuando Argentina acudió al TIAR para reclamar la solidaridad interamericana. Ello no prosperó porque Estados Unidos se alineó con el Reino Unido. - El gobierno chileno alega que esta vez no se trata de promover una intervención armada en Venezuela. Si fuese así, no se entiende porqué acudir al TIAR, toda vez que más allá de la retórica, citar al Órgano de Consulta objetivamente abre la compuerta para una intervención militar en Venezuela, dotándola de un manto de legalidad multilateral. El TIAR justifica sanciones económicas y políticas colectivas, las que, una vez aprobadas, adquieren carácter de obligatorias para los países signatarios. En todo caso y más allá del TIAR dejamos constancia que somos contrarios a toda interferencia militar externa actual o futura en la región.
- El uso de la fuerza, el agravamiento de sanciones económicas o la militarización de las fronteras venezolanas, sólo empeorará el conflicto, llevando tensión a los países vecinos y mayores sufrimientos a la población venezolana, acentuando la crisis humanitaria, las pésimas condiciones de salud y estimulando nuevos ciclos migratorios.
- Esta decisión de aplicar el TIAR conspira contra los intentos de Noruega, de la UE, de Naciones Unidas, del Grupo de Puebla y otros actores extrarregionales, de gestar condiciones de diálogo para abordar la urgente necesidad de encontrar una salida política y pacífica a la tragedia que vive Venezuela.
- Acudir al TIAR en esta ocasión, ratifica una vez más, una ya larga historia de intervenciones norteamericanas, tendientes a dividir a la región. Lamentablemente, la debilidad de los actuales liderazgos regionales lo sigue permitiendo. Si se examina la votación con que se aprobó esta resolución, se apreciará que votaron divididos el Mercosur, Centroamérica y la Alianza del Pacífico. Así no se construye región; así no se avanzará jamás en cooperación ni integración regional. Ello sin duda nos ha debilitado para promover soluciones que respondan a los intereses colectivos latinoamericanos. Si hay una urgencia no es el TIAR, es la profunda necesidad de reconstruir una convergencia regional para ayudar a los venezolanos a encontrar soluciones entre venezolanos.
- Hemos sostenido que la movilización ciudadana, la unidad de la oposición, la no violencia activa, el diálogo político, la presión internacional, el esfuerzo diplomático y las elecciones libres son los factores fundamentales para la restauración de la democracia en Venezuela. La virtual amenaza de una intervención armada juega a favor de Maduro y de los militares que lo acompañan. Nada hay que encienda más el patriotismo nacionalista que una amenaza externa y los gobiernos autocráticos saben manipular de manera excelente estos sentimientos.
- El Foro Permanente de Política Exterior rechaza esta nueva decisión del gobierno chileno. Lo llama a reflexionar sobre las consecuencias para nuestra identidad internacional de este accionar inconsulto y extemporáneo. Le reitera su invitación a retornar a la tradición republicana y democrática de nuestra política exterior, concebida y dirigida como una política de Estado que promueve la convergencia nacional en los grandes temas de interés nacional.
- Finalmente, queremos recordar que el 3 de abril de este año, dirigimos una Carta Abierta al Presidente Piñera sobre estos temas en que “lo instamos a encabezar un esfuerzo diplomático y político…..que promueva la suscripción de un acuerdo formal de todos los países de la región…para rechazar enfáticamente cualquier intento de intervención militar en Venezuela o en cualquiera de nuestros países”. Nos pareció necesario que -por intermedio de su Presidente- Chile asumiera un importante protagonismo “para lo cual comprometemos desde ya nuestra colaboración”, señalamos. Estábamos pensando desde la perspectiva de una política de Estado y que por “dignidad latinoamericana” era necesario establecer “el más amplio testimonio histórico de esta posición regional”.
- Esta iniciativa habría pasado a la historia, como lo fue el rechazo del Presidente Alessandri a la expulsión de Cuba de la OEA, el reconocimiento de China por el Presidente Allende cuando esto era un anatema para Washington, la firme posición del Presidente Lagos en oposición a la invasión de Irak por Estados Unidos. O bien, cuando hace 50 años, el Canciller Gabriel Valdés recibió el mandato de representar a toda la región frente al Presidente Nixon. Sin duda, el Presidente Piñera ha perdido la oportunidad de asociarse a estos estadistas chilenos.