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Juan Gabriel Valdés y la violencia policial en USA: “Para la OEA criticar a Estados Unidos tiene un costo más alto que criticar a Nicaragua”

El ex embajador de Chile en Estados Unidos, Juan Gabriel Valdés (2014-2017), asegura que la violencia policial que se conoce en Chile no tiene parangón con la que existe en Estados Unidos, que históricamente ha estado cruzada por la discriminación racial.

Allá -asegura- se habla de “gatillo fácil” y quien entiende el sistema sabe de las prevenciones que es necesario tomar con la policía. Su propia esposa Antonia Echeñique -recuerda el diplomático PS- fue testigo del asunto hace unos años, cuando terminó encañonada por un policía al intentar hacer una consulta en medio de una manifestación cercana a la embajada. Echeñique venía de regreso de una farmacia cuando vio bloqueada la calle a una cuadra de la embajada y se bajó del auto a preguntar qué pasaba. Al acercarse, a varios metros de distancia, uno de los policías -fuera de sí, recuerda el ex embajador- le gritó “aléjese de mi» y sacó la pistola de su funda.

Valdés analiza las razones de la violencia que desató la muerte de George Floyd a causa del abuso policial, la polarización política que golpea hoy a Estados Unidos, y plantea la disparidad de trato de los órganos internacionales que -a su juicio- callan cuando se trata de una potencia como la que dirige Donald Trump pero condenan con facilidad a los países de menores recursos.

¿A qué atribuye la efervescencia social que ha provocado el caso Floyd?

Lo atribuyo a una política deliberada del gobierno de Trump de concentrar la riqueza. Es un proceso que se venía arrastrando desde hace tiempo. Hay una mayoría de norteamericanos que ve que el sistema que en el pasado les permitió soñar con que sus hijos iban a estar mejor, los llevó a concluir que sus hijos ahora estarán peor. Eso lleva a un estallido. Y una de las fallas geológicas que Estados Unidos tiene es el tema racial. Por lo tanto, era previsible lo que está pasando. El centro de Washington está poblado de pobres. En la ciudad hay cinturones de parques y embajadas, organismos internacionales y funcionarios de gobierno que viven en condiciones muy amables, pero al medio de la ciudad hay una mayoría afroamericana que vive en otro contexto.

¿A dónde va esto?

Honestamente no lo sé, porque como hay un Presidente que es capaz de amenazar con sacar al Ejército, todo es posible. Lo más peligroso de todo es que Trump está incurriendo en un cuestionamiento sobre el funcionamiento de las instituciones, particularmente en el proceso electoral. Y eso puede significar una confrontación mayor si desconoce los resultados de la elección o aprovecha una demora en la entrega de los resultados para proclamar su victoria.

¿Cree que también inciden las críticas a la gestión del gobierno al manejo de la pandemia?

Sin duda. Si a la situación que describí de concentración inverosímil de la riqueza en Estados Unidos, uno agrega 40 millones de desempleados por el Covid-19, obviamente, que el cuadro no puede ser más explosivo socialmente. Y la idea de adjudicar esto a unos anarquistas -como hace el Presidente- es simplemente mentira.

Hay quienes plantean que las autoridades locales -muchas de ellas afroamericanas- tienen un rol pendiente para llamar a la movilización pacífica…

Obviamente los alcaldes afroamericanos solidarizan y cuestionan la brutalidad policial. La brutalidad policial contra los negros es un hecho de la realidad. Cualquier extranjero ve eso. Yo vivía como embajador y un día mi señora venía de un supermercado y había manifestaciones contra el presidente de Turquía en la plaza frente a la embajada, el policía sacó la pistola y le apuntó. Entonces cuando uno vive con una policía de esa naturaleza, obviamente, que los negros y la gente latina paga mucho más porque les disparan, no las amenazan. Hay un cuadro de brutalidad policial en Estados Unidos que supera todo lo conocido. En ese marco, nosotros que hemos protestado muchas veces por brutalidad policial, no podemos imaginar la brutalidad de la policía norteamericana. Lo digo con toda sinceridad.

En Chile también se denuncia brutalidad policial en el contexto de la protesta social…

No tiene parangón. Yo diría que en Estados Unidos es más duro. Primero que todo, porque usan la pistola y matan. Esa es la primera cosa. En Estados Unidos se habla del “gatillo fácil” que en general en América Latina no hay. Otra cosa son los países de Centroamérica y México… El punto es que la brutalidad de la policía norteamericana es muy fuerte. Entonces me parece de lo más comprensible que los alcaldes solidaricen con la población afroamericana. En estos días yo he visto a la alcaldesa de Atlanta y a otros líderes negros que han condenado muy fuerte la brutalidad de algunas manifestaciones y, sobre todo, contra los saqueos. Biden acaba de decir que los que saquean y atacan no tienen ninguna relación con el enojo por el racismo. No hay un política blanda ante la violencia, lo que sí he visto es una absoluta indiferencia de Trump a las razones de fondo de las manifestaciones.

¿Cómo evalúa la actuación de los órganos internacionales llamados a contener el abuso a los derechos humanos? ¿Ha visto un rol suficientemente activo de la oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos que encabeza la expresidenta Bachelet?

Imagino que lo va a hacer. Lo que pasa es que esa es una oficina que requiere de pruebas y estudios, y tiempo para reaccionar. Pero no he visto nada tampoco -y me parece más preocupante- de la OEA que está ahí mismo.

En Chile el INDH ha sido un actor más de las movilizaciones y su actuación no ha estado libre de escrutinio, ¿Por qué eso no pasa con los organismos que están en EE.UU?

Bueno, Michelle criticó a Estados Unidos el año pasado. Fue de forma muy dura. Pero conociendo Naciones Unidas, esto se demora un tiempo. Esto lleva cinco días y estoy seguro de que en las próximas horas va a pasar algo.

Pero este es un caso más. Ha habido varios casos icónicos de abuso policial. Incluso la muerte de un niño por tener un arma de juguete, ¿qué ha pasado con los organismos ahí?

Es verdad que este es un acumulativo de casos. Habría que chequear qué cosas ha dicho Naciones Unidas. Tengo la sensación que sí han dicho algo. Alguien que no ha dicho nada es la OEA y quienes hablan muy poco cuando ocurre son los organismos de derechos humanos ubicados en Estados Unidos…

¿Habla de Human Rights Watch?

Bueno, Human Rights Watch reacciona muy duramente en América Latina pero no he leído nada hasta este momento sobre Estados Unidos.

¿Y a qué atribuye el silencio de la OEA?

En primer lugar, a la incapacidad del secretario general, pero en segundo lugar al que, obviamente, para la OEA el hecho de criticar a Estados Unidos tiene un costo más alto que criticar a Nicaragua. Hasta ahora no he leído nada y me parece sorprendente que no haya dicho nada. La actitud de la policía ayer ante la manifestación pacífica en la Casa Blanca es un cosa vergonzosa de leer. No necesita de muchos análisis y de muchos estudios.

¿Cómo ve la política interna de Estados Unidos en este momento? ¿Qué señal cree que da el Presidente al refugiarse en un búnker en medio de las manifestaciones?

Hay una creciente fragilidad del sistema político y eso es una cosa muy sorprendente. Hay una polarización absoluta entre demócratas y republicanos a un punto que yo jamás imaginé ver. Y hay una fragilización de las instituciones porque Trump ha intervenido todo lo imaginable en el Poder Judicial para transformarlo en un poder político partidario.

Contenido publicado en La Tercera.

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