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La pandemia es cosa de hombres: el covid devuelve a las italianas a los cincuenta

Cuando el primer ministro Giuseppe Conte anunció la composición de los distintos comités de respuesta a la pandemia, había algo que brilló por su ausencia. La presencia de mujeres era escasa o nula. El 16 de abril llegó el primer toque de atención en forma de una carta de denuncia. Después de todo, estamos en el siglo XXI y hay un puñado de nombres de mujeres expertas en el campo biosanitario. No hubo ni cambios, ni respuesta. La indignación escaló. Desde el sector de la biomedicina se sumó un grupo de mujeres científicas y luego también se unieron una quincena de senadoras. Finalmente, el 2 de mayo, centenares de mujeres de distintas tendencias y profesiones inundaron las redes sociales con una protesta digital bajo el hashtag #DateciVoce (DennosVoz), que diversas universidades y también ONU Mujeres llegaron a retuitear.

Para el primer ministro italiano, el problema fue entonces difícil de ignorar. Puesto contra las cuerdas, Giuseppe Conte optó por mostrarse comprensivo con la reivindicación. «Hoy mismo llamaré», dijo el 4 de mayo, a través de una nota pública en la que prometió a más mujeres en los comités gubernamentales. Aun así, Conte tardó otros ocho días —el martes 12— en incluir a 11 expertas en dos de los principales equipos que le asesoran en el combate contra la pandemia.

“Desgraciadamente, la cultura de los roles de género aún es una realidad en Italia”, subraya Costanza Hermanin, profesora universitaria e integrante de #DateciVoce.

El ejemplo de Italia es particularmente paradigmático. No solo la presencia de las mujeres ha sido, desde el inicio de la crisis, escasa o nula en los equipos de expertos donde se han tomado las decisiones relativas a la pandemia, sino que ninguno de los organismos está encabezado por ellas (algo que no ha cambiado). La organización de Protección Civil italiana la dirige Angelo Borelli, la comisión para la emergencia está a cargo de Domenico Arcuri y el grupo de trabajo para la gestión de la etapa de post-confinamiento está liderado por otro hombre, Vittorio Colao. De igual manera, ninguna mujer ha estado a cargo de las ruedas de prensa diarias para explicar a la población el desarrollo de la crisis sanitaria.

Y todo esto a pesar de que las mujeres sí se encuentran en el frente del combate contra el virus, en particular en los hospitales y en las residencias para ancianos y discapacitados. «El 56% de los médicos y el 77% de los enfermeros son mujeres», recuerda Paola Romagnani, docente de Nefrología de la Universidad de Florencia.

La crisis del coronavirus no solo está sacando a la luz la crónica brecha de género de Italia —uno de los países europeos con la peor tasa de empleo femenino, apenas al 56% según el instituto Censis—, sino también está poniendo en vilo los avances de la mujer en este país que tanto se han tardado en construir (no fue hasta 1975 que la ley italiana dejó de considerar al hombre como el «jefe de la familia»), tal como empiezan a revelar los primeros datos que muestran cómo les está yendo a las italianas en la etapa del post-confinamiento.

No hay vuelta al trabajo

Un demoledor análisis realizado por dos investigadores de la prestigiosa Universidad Bocconi de Milán, Alessandra Casarico y Salvatore Lattanzio, ha puesto el dedo en la llaga. Según este estudio, de los 2,7 millones de italianos que, tras el encierro masivo, regresaron a su trabajo de manera presencial el pasado 4 de mayo más del 70% son hombres. Una situación que “culminará con el aumento de la carga de trabajo de las mujeres dentro del hogar”, en un momento en el que sus vidas laborales ya han sido “perjudicadas por el cierre de las escuelas y la ausencia de alternativas creíbles para hacer frente a la gestión directa del trabajo doméstico”, concluyeron los autores.

¿Qué consecuencias tiene que no haya mujeres en estas comisiones? Que solo las necesidades de la mitad de la población están representadas.

«¿Qué consecuencias tiene que no haya mujeres en estas comisiones? Que solo las necesidades de la mitad de la población están representadas», dice Romagnani. «El problema es que aún sufrimos de ciertos legados que solían identificar exclusivamente a los hombres como figuras de prestigio», añadió la doctora en una reciente conversación con corresponsales de medios extranjeros.

Además hacer retroceder los avances laborales de la mujer en el país. De las casi 10 millones de mujeres que trabajan en Italia, la mitad son madres. Y de acuerdo con datos de Fondazione Consulenti del Lavoro, una fundación de asesores laborales, aún el 13,5% de las mujeres trabajadoras no han vuelto todavía a sus puestos de trabajo en Italia. Si la emergencia persiste, muchas temen que la conciliación se vuelva imposible y se vean obligadas a reducir su horario laboral, continuar con el teletrabajo (si tienen esta opción) o dejar su puesto.

Regreso a los años 50

Ya durante el encierro la situación de las mujeres no era nada alegre. Así lo explicaba otro estudio, realizado por el Instituto Toniolo de la Universidad Sagrado Corazón de Milán, que publicado hace dos semanas en el diario ‘Il Corriere della Sera’. Según este informe, apenas la mitad de los hombres italianos colaboraron “algo” en las tareas del hogar durante el confinamiento. Mientras que el 71% de los entrevistados hombres se dijo convencido de que, para las mujeres, «el trabajo es importante, pero lo que realmente quieren es una casa e hijos».

“Son datos que producen un profundo desconsuelo, tras tantos años de luchas”, lamenta Valeria Poli, docente de Biología Molecular de la Universidad de Turín. «Las mujeres trabajadoras se verán muy afectadas por esta pandemia. Primero, por razones culturales ligadas a legados machistas que todavía permanecen en Italia. Segundo porque, al ganar de promedio un 25% menos que los hombres, la decisión de quedarse en casa para cuidar de los hijos recaerá en ellas«, añade Poli.

Por no hablar de las categorías más frágiles. De acuerdo con ONU Mujeres, hay 740 millones de mujeres en el mundo que trabajan en el sector informal.

Las noticias que llegan de otros países, que tampoco son positivas y que reflejan un problema que va más allá de Italia, también han animado las protestas de las mujeres italianas. Un ejemplo ha sido un reciente artículo aparecido en una publicación del diario estadounidense ‘Washington Post’, «The Lily», según el cual el número de artículos académicos escritos por mujeres ha disminuido drásticamente desde que explotó la pandemia. “[Se ha entregado] Un número insignificante de artículos escritos por mujeres en el último mes. Nunca he visto algo así”, llegó a comentar Elizabeth Hannon, editora del ‘British Journal for the Philosophy of Science’.

De izquierda a derecha

También las senadoras italianas se han mostrado en sintonía con este sentir. «Es evidente que, en esta fase de reapertura del país, no pueda y no deba faltar la mirada, el pensamiento y los conocimientos de las mujeres» escribieron las parlamentarias, en una de las quejas enviadas al primer ministro. “Esta crisis se está cebando particularmente con las mujeres. Todo indica que son ellas las que sufrirán las tasas de paro más altas”, añade Hermanin, quien también es una de las fundadoras del ‘think tank’ Women In International Security (WIIS) y milita en el partido italiano Más Europa.

Aunque la decepción es mayor entre las mujeres de los partidos de progresistas, la indignación es multipartidista. Tanto que incluso Isabella Rauti, senadora del derechista Hermanos de Italia, ha apoyado la protesta. “¡Regreso a los años cincuenta!”, se quejó la senadora, quien también pidió que se aumenten las ayudas a las familias para permitir la vuelta de las mujeres al trabajo. En la misma línea, representantes de asociaciones católicas también se han expresado tanto su preocupación por este asunto, como por el aumento de los casos de violencia de género (en tres meses, 11 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas).

En este contexto, lo que piden ahora varios colectivos de mujeres es que se promuevan leyes para evitar que, en el futuro, haya organismos públicos integrados por personas de un solo género, una vieja propuesta que siempre ha generado debate y ahora ha sido desempolvada por la crisis. “Durante años, nos hemos resistido a la introducción de leyes que estableciesen cuotas mínimas de mujeres, pero lo cierto es que allí donde estas leyes existen, la situación es menos dramática”, dice Poli.

Contenido publicado: El Confidencial

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