Perú está en permanente riesgo de caer en una crisis de gobernabilidad.
La carencia de un sistema sólido de partidos políticos; la consolidación
de liderazgos clientelares —ligados a mecanismos dudosos en el financiamiento de campañas—; la cooptación de diversas instituciones del Estado; y la desafección ciudadana en temas políticos, son elementos clave para entender el recurrente estado de “crisis” en el que la política peruana se encuentra en las últimas décadas. Sin embargo, lo ocurrido en noviembre de 2020 puede marcar un punto de inflexión.
Cuatro son los elementos que consideramos centrales para explicar esta
especial coyuntura. Primero, los escándalos de corrupción de los últimos años, que han evidenciado la erosión misma de la política, los intereses particulares y la distancia de la clase política con las necesidades de la ciudadanía. Segundo, la COVID-19, que ubica a Perú dentro de los países con más muertes en el mundo, dejando en evidencia la incapacidad de un Estado anémico sumido en debilidades de gestión.
Contenido publicado en Fundación Carolina