Por Felipe Ramírez // Contenido publicado en U. de Chile
En el marco de una presentación de su último libro, «El liderazgo y el ascenso de los grandes poderes» para el Instituto de Estudios Internacionales de la U. de Chile, el decano del Instituto de Relaciones Internacionales Contemporáneas de la Universidad de Tsinghua, analizó para Prensa U. de Chile la actual competencia entre ambas naciones por consolidarse como la principal potencia mundial, su lectura de que el actual orden bipolar se extenderá por al menos una década, y cómo la tecnología digital y la innovación serán centrales para decidir su resultado.
La rivalidad entre la República Popular China y Estados Unidos por el sitial de principal potencia mundial ha marcado desde hace varios años la pauta internacional, en particular desde que la administración de Donald Trump decidiera aumentar la presión con una serie de medidas que desataron la conocida como “guerra comercial” entre ambos países.
En ese marco, numerosos académicos y especialistas han analizado la evolución de esta disputa, tanto en los medios de comunicación como en la academia. Entre ellos destaca el decano del Instituto de Relaciones Internacionales Contemporáneas de la Universidad de Tsinghua, Yan Xuetong, quien es reconocido como uno de los más importantes intelectuales contemporáneos de China.
El académico, quien además es secretario general del “Foro para la Paz Mundial”, con sede en Beijing, es especialista en relaciones internacionales, y ha desarrollado en los últimos años su teoría del “realismo moral” para analizar la forma como nuevos estados se levantan para alcanzar la posición de grandes poderes mundiales, la que plasmó en su último libro “El liderazgo y el ascenso de los grandes poderes”.
Precisamente para presentar el mencionado volumen, el profesor Xuetong realizó el día de hoy una presentación ante la comunidad del Instituto de Estudios Internacionales, oportunidad en la que profundizó en su visión sobre la importancia del liderazgo en la conformación del orden mundial, y el proceso de ascendencia de nuevos países a la categoría de grandes potencias.
Aprovechando la actividad, el académico -catalogado por la revista Foreign Policy como uno de los 100 intelectuales más relevantes del mundo- analizó para Prensa U. de Chile el actual escenario global bipolar, caracterizado por el desarrollo de la pandemia por COVID-19 y el aumento de las tensiones entre Estados Unidos y China. La tecnología digital, la innovación, y la primacía de intereses económicos antes que ideológicos en el campo mundial, son algunos de los elementos que destacó en esta conversación.
En su último trabajo dice que podemos esperar al menos una década de mundo bipolar marcado por la competencia entre China y Estados Unidos. ¿De qué manera afectó la pandemia su visión sobre esta disputa?
Creo que la pandemia ha aumentado la rivalidad entre ambos países. En primer lugar, ha reducido la brecha de capacidades entre China y Estados Unidos. China ha podido mantener números positivos en su economía este año a pesar de la crisis sanitaria, y posiblemente tendrá un 5 por ciento de crecimiento este año y un 6 por ciento el próximo año. Mientras tanto, Estados Unidos probablemente sufra un retroceso en 2020 de un 6 por ciento, y recuperándose a un ritmo de un 2 por ciento el 2021 y posiblemente de un 3 por ciento el siguiente, por lo que tres años después de la crisis, la economía estadounidense solamente lograría el tamaño que tenía en 2019.
Hay que pensar que el 2019 la economía de China era un 66 por ciento de la de Estados Unidos, o sea 2 tercios de su economía, y a fines de 2022 podría alcanzar un 75 por ciento de la economía estadounidense, lo que significa que materialmente la brecha entre ambos países será más estrecha que hoy. Esta situación hará que la competencia entre ambos sea más severa. Además, la administración Trump ha atribuido todos sus errores al lidiar con la pandemia a China, y podemos ver que el discurso de Trump y de muchos de sus seguidores muestra la existencia de odio hacia China, algo que posiblemente seguirá creciendo y haga aumentar las tensiones.
Además, los efectos de la crisis han mostrado al mundo la relevancia de la vida cibernética, lo que significa que la tecnología digital será el campo final de rivalidad entre Estados Unidos y China, y decidirá quién ganará esta competencia. La competencia en este plano ha sido estimulada por la crisis sanitaria, lo que hará que la rivalidad entre ambos sea más exacerbada.
En una columna que publicó en enero en el medio Global Times enfatizó la importancia de la tecnología digital en la rivalidad entre estos dos super poderes. ¿Cómo se relaciona esto con proyectos globales como “Un cinturón, una ruta”, que parecieran estar más enfocados en infraestructura comercial más tradicional como carreteras, trenes, puertos y aeropuertos?
De acuerdo con mi punto de vista, el programa “Un cinturón, una ruta” ha logrado progresos, pero también ha enfrenado muchos problemas, pero me parece que el gobierno chino se ha dado cuenta de eso y entiendo que desde hace algunos meses ya se habla de una “ruta de la seda digital”, lo que significa que impulsarán una serie de proyectos digitales en el marco de esta iniciativa. Probablemente entonces el área digital se transformará en una importante arista del programa en los próximos años.
Pensando en la posibilidad que menciona en su libro de que los Estados más débiles se alinearán con uno u otro gran poder dependiendo de cada materia, ¿qué rol cree que puedan cumplir organizaciones como los países no alineados en el futuro próximo?
Tenemos que entender cómo se estableció este grupo de 77 países: durante la Guerra Fría, cuando EE.UU. y la URSS luchaban entre ellos basados en la expansión de su ideología, adoptaron una estrategia de “guerra subsidiaria” en la que arrastraban inevitablemente a muchos países en vías de desarrollo o subdesarrollados a la competencia entre ambos. Por eso durante ese período el movimiento de países no alineados se instaló en la política internacional.
Pero hoy la competencia entre Estados Unidos y China no es ideológica, y China no tiene ningún interés en exportar su ideología a otros países. China enfatiza fuertemente ese punto: el país ha adoptado un camino con características chinas, por lo que no se ajusta a ningún otro país, mientras que la administración Trump ha optado por mantener la distancia con sus aliados tradicionales, por lo que a pesar de que hablan de una confrontación ideológica, yo creo que usan la ideología como un instrumento contra China en lugar de que su objetivo estratégico sea expandir la ideología estadounidense. Esto es muy diferente con lo que sucedía entre la Unión Soviética y Estados Unidos.
Hay dos cosas relevantes que hay que entender: por una parte, detrás de la competencia entre ambos, hay una motivación económica o material, y sólo en segundo lugar está la ideología; mientras que por otra, la rivalidad entre EE.UU. y China se dirigirá pronto hacia la guerra cibernética, con la innovación tecnológica en un punto más importante que la expansión de su ideología o el cambio de régimen de gobierno de otros países.
Por lo mismo, el papel que pueden cumplir los países en desarrollo es el de mercados en competencia, lamentablemente el mercado digital en este momento es más importante en el Este de Asia, mientras que en Latinoamérica, África o el Medio Oriente la cuota que representa el mercado digital en sus economías es muy pequeña. Por eso los países en estas regiones difícilmente puedan estar involucrados de manera importante en esta competencia.
¿Es posible entonces que estos países puedan fortalecer organizaciones regionales?
Mi opinión es que la mayoría de los países de estas regiones van a recurrir a una “estrategia de cobertura” alineándose con uno u otro gran poder dependiendo de sus intereses específicos de acuerdo de la materia: por ejemplo, pueden tomar partido por China en lo que se refiere a comercio mientras que por EE.UU. en finanzas. Los intereses materiales entonces definirán caso a caso con quién se alinearán, en vez de la ideología o los principios políticos o estratégicos.
Además, la mayoría de los países de estas regiones no enfrentarán la amenaza de una invasión extranjera a sus territorios, por lo que el foco estará en el desarrollo económico. Por lo mismo, creo que en el futuro próximo sus intereses los llevarán a coincidir más con China que con Estados Unidos simplemente porque su economía crece más rápido, por lo que les convendrá más esa posición.
¿Cómo cree que todo esto afectará a instituciones internacionales que fueron tan importantes en la posguerra como Naciones Unidas?
Si mira el papel que ha cumplido Naciones Unidas en estas décadas, podrá ver que fue más importante a la hora de consolidar el orden internacional después de la Guerra Fría, porque Estados Unidos proveyó un liderazgo unilateral. Durante las décadas anteriores, como el liderazgo estaba dividido entre EE.UU. y la URSS, fue más difícil. Entonces, en un mundo bipolar, la ONU tiene un papel menos importante que en un mundo unipolar.
Actualmente Trump ha dicho que es demasiado caro mantener ese liderazgo y ha optado por abandonar algunas instituciones internacionales, mientras que China no tiene la capacidad de proveer ese liderazgo global en este momento, por lo que es muy posible que en la próxima década se mantenga un mundo sin un liderazgo global único, y Naciones Unidas tenga un papel más discreto.
En cuanto a Latinoamérica, África y el Medio Oriente, creo que las organizaciones regionales tendrán un papel más importante que las instituciones globales, ya que éstas últimas necesitan un liderazgo mundial, mientras que a escala más local si existen liderazgos regionales. En la Unión Europea por ejemplo, Francia y Alemania entregan un liderazgo para que se mantenga funcionando.
¿Es posible que una derrota de Trump permita que EE.UU. compita en una mejor posición con China?
Creo que la relación entre EE.UU. y China se configura por dos factores: la estructura de poder internacional, y las preferencias estratégicas de los líderes. La administración Trump sólo ha decidido las políticas específicas con las que lidiar con el surgimiento de China, pero la actual política no fue diseñada por las preferencias estratégicas de Trump, sino por la configuración bipolar del mundo.
A medida que esta estructura se vuelve más sólida, no importa quien sea electo, incluso Biden, la competencia con China continuará, aunque las preferencias estratégicas del candidato demócrata podrían ser diferentes: Trump prefiere el unilateralismo y luchará contra China por sí mismo, mientras que Biden probablemente preferiría un enfoque multilateral junto a sus aliados tradicionales, en un esfuerzo de grupo para competir con China. Son estrategias diferentes, pero la dirección general será la misma.
Finalmente, ¿cuál es la premisa que sostiene para afirmar que el liderazgo tiene mayor importancia que otros factores en la configuración del orden mundial?
Mi entendimiento es que el tipo de liderazgo es muy importante, y de hecho cumple un rol fundamental al configurar el orden mundial. Mi libro defiende la visión de que un tipo de liderazgo es una variable independiente para explicar los cambios en el sistema internacional, de sus normas, y del orden global, y creo que cada vez más personas comparten esa lectura.
Se que la visión liberal es muy popular y creen que es más importante la institución que el liderazgo, pero si miran la situación en Estados Unidos verán que las instituciones democráticas estadounidenses no pueden contener el comportamiento de Donald Trump, y lo mismo se puede ver en Brasil, Reino Unido, Rusia, Turquía, en muchos poderes medios, y de hecho, el orden internacional está marcado por la interacción de estos liderazgos.