Por Enric González // Contenido publicado en: El País
La elección de un nuevo presidente para el Banco Interamericano de Desarrollo se ha convertido en una batalla diplomática. Donald Trump quiere colocar por primera vez a un estadounidense, Mauricio Claver-Carone, al frente del organismo. La Unión Europea y Argentina, a los que acaba de unirse Chile, maniobran para evitarlo e intentan aplazar la votación, prevista en septiembre, hasta marzo, cuando tal vez Trump no esté ya en la Casa Blanca. Hay otra razón para el aplazamiento, respaldado por personalidades latinoamericanas: proponen abrir una reflexión sobre el papel del BID en un continente que sufrirá más que ningún otro los efectos de la pandemia.
El Banco Interamericano de Desarrollo, con sede en Washington, es el mayor banco regional del mundo. Fue fundado en 1959 y su capital supera los 100.000 millones de dólares, con Estados Unidos como principal aportante. Presta anualmente, en promedio, unos 12.000 millones de dólares a los gobiernos latinoamericanos, lo que hace del BID la principal fuente de financiación para proyectos de desarrollo en el continente.
Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, envió el 30 de julio una carta a todos los gobiernos con capital en el BID en la que señalaba que la pandemia no permitía prestar “la atención necesaria” al relevo al frente del BID, cuya presidencia ocupa desde 2005 el colombiano Luis Alberto Moreno, y proponía un aplazamiento.
“Desde su fundación en 1959”, explicaba Borrell en la carta, “el BID ha sido dirigido por un presidente latinoamericano y un vicepresidente propuesto por Estados Unidos. Esa fue la visión de los presidentes Eisenhower y Kennedy, quienes acordaron la necesidad de fortalecer la identidad latinoamericana del banco (…) Creemos que cambiar este modelo es una política de largo alcance que sólo puede ser el resultado de una reflexión tranquila”.
La iniciativa, en realidad, surgió del gobierno argentino, que presenta su propio candidato (Gustavo Béliz, actual secretario de Asuntos Estratégicos en la Casa Rosada) pero cuyo interés prioritario pasa por aplazar la votación de septiembre. Claver-Carone, el candidato de Trump, tendría la victoria asegurada si la elección se realizara el mes próximo gracias a los apoyos de Estados Unidos (30% de los votos), Brasil (11,3%), Colombia (3,1%) y otros países latinoamericanos ya comprometidos con la propuesta de Washington. La clave de la maniobra consiste en evitar que se reúna el quorum mínimo del 75% necesario para dar validez a la votación. Si todos los países de la Unión Europea (9,3%) se abstuvieran, junto con Argentina (11,3%) y Chile (3,1%), el quorum sería insuficiente. Y, según los reglamentos internos, la votación quedaría pospuesta hasta la siguiente asamblea general, en marzo de 2021.
Pero parece improbable que la UE vote en bloque. El papel de México (7,2% de los votos) puede resultar crucial. El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se comprometió a votar al candidato argentino. La diplomacia argentina y la UE necesitarían convencerle ahora de que no lo haga y se incorpore al frente abstencionista. Es difícil. Tras su visita a Washington, las relaciones entre López Obrador y Trump parecen haber mejorado mucho.
Chile, un tradicional aliado de Estados Unidos, se unió el jueves al bando partidario del aplazamiento. “Pensamos que bajo ninguna circunstancia es razonable tensionar la gestión que tiene que hacer el banco en la región con motivo del recambio de autoridades, y en consecuencia vamos a apoyar la idea de la postergación”, declaró Andrés Allamand, nombrado canciller de Chile el pasado 28 de julio. “Constatamos”, siguió, “que hay una tradición que preservar. Desde su origen el BID ha funcionado con una lógica de un presidente latinoamericano y un vicepresidente estadounidense, y no vemos razón para cambiar”.
El expresidente chileno Ricardo Lagos se felicitó por la decisión del presidente Sebastián Piñera: “En este momento, ante la pandemia existente, que el BID esté dirigido por alguien de esta América es esencial y el gobierno de Chile, con esta decisión, indica la independencia del país para defender lo que son los intereses de Chile y de América Latina”, declaró, informa Rocío Montes.
Esta semana, más de 130 personalidades latinoamericanas, entre ellas 23 ex cancilleres y siete exministros de Economía y Hacienda de distintos ámbitos ideológicos, se sumaron a la batalla en torno al BID. Firmaron una declaración pública en la que reclamaban una “urgente reflexión” sobre el papel del BID en un “sistema interamericano profundamente trastocado por la emergencia sanitaria y sus secuelas económicas, políticas, sociales y culturales”, y proponían el aplazamiento de la votación, informa Jacqueline Fowks desde Lima.
La declaración sostiene que el proceso de elección del nuevo presidente del BID “ha generado notables y justificadas inquietudes”, por el hecho de que Washington proponga a un estadounidense, “y tiene lugar en un momento de inflexión internacional sin precedentes”.
Federico Merke, académico en Relaciones Internacionales, miembro del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet) y uno de los firmantes de la declaración, explicó que la iniciativa se basaba en dos preocupaciones conectadas: la necesidad de adaptar con urgencia el BID a unas circunstancias extraordinarias (los tres países con mayor número de muertos por la covid-19 en el mundo, Estados Unidos, Brasil y México, son americanos) y la disconformidad con el perfil del candidato propuesto por Donald Trump.
“Hay que repensar las funciones del BID, porque esta región está siendo especialmente afectada por la pandemia y el dinero del banco puede permitir, por ejemplo, el acceso a la vacuna cuando ésta exista”, dijo Merke. “Y temo”, añadió, “que Mauricio Claver-Carone, el candidato de Trump, con una mirada muy ideológica y muy centrada en Cuba y Venezuela, no ofrecería el mejor liderazgo en la actual situación”.