Por Ignacio Fariza // Contenido publicado en El País
El aplazamiento de la designación del próximo presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), prevista para el próximo 12 de septiembre, sigue tomando cuerpo. Tras el movimiento del alto representante europeo para la Política Exterior, Josep Borrell, que a finales de julio envió una carta a todos los países con capital en el banco —entre ellos, muchos del Viejo Continente— para proponer una posposición del proceso hasta después de los comicios presidenciales en Estados Unidos, una acción que fue secundada pocos días después por varios Gobiernos latinoamericanos, entre ellos el de Argentina, Chile y México, este martes se han unido a la moción 22 expresidentes americanos, europeos y asiáticos.
En una misiva, los jefes de Estado y de Gobierno reunidos bajo el paraguas del Club de Madrid, creen que no se dan las circunstancias para celebrar hoy la elección y llaman a posponerla hasta marzo del año que viene, “dándole así a los Estados miembros la oportunidad de tener una discusión profunda sobre el rol del BID, su liderazgo y la respuesta institucional apropiada a la recuperación de la crisis de la covid-19″. Aunque no lo mencionan explícitamente, la postergación también evitaría que Donald Trump lograse su propósito de hacer presidente a uno de sus más estrechos colaboradores y miembro destacado del ala dura del Partido Republicano con Cuba y Venezuela, Mauricio Claver-Carone, rompiéndose la norma no escrita que dice que la presidencia del organismo debe recaer en un latinoamericano. De imponerse el demócrata Joe Biden en las elecciones estadounidenses de noviembre —los sondeos le sitúan como claro favorito—, prácticamente nadie duda de que tratará de atemperar los ánimos y renunciará a presentar una candidatura para presidir el BID.
Los 22 presidentes que firman el texto, entre ellos el español Felipe González, el brasileño Fernando Henrique Cardoso y los mexicanos Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón, sugieren el nombramiento de un presidente interino que lleve las riendas del BID hasta la primavera de 2021, como ya ocurre en la Organización Mundial del Comercio (OMC). “Nos sumamos al llamamiento del vicepresidente y alto representante de la Unión Europea, varios Gobiernos latinoamericanos, expresidentes, ministros de exteriores, diputados y académicos de la región. América Latina está atravesando uno de los capítulos más dramáticos de su historia reciente, dadas las devastadoras consecuencias de la pandemia (…) y el BID es una de las instituciones multilaterales más importantes. La decisión de quién debe liderar la organización los cinco próximos años es, por tanto, una de las más relevantes para el presente y el futuro de la región”, subrayan los exmandatarios, entre los que se encuentra la también candidata a la jefatura del ente y expresidenta costarricense Laura Chinchilla. “Una decisión apresurada podría acabar por debilitar a la institución justo cuando América Latina y el Caribe más la necesita”.
El BID canaliza cada año unos 12.000 millones de dólares (algo más de 10.000 millones de euros) en préstamos para infraestructuras básicas en el subcontinente. De celebrarse la elección en la fecha inicialmente fijada (12 de septiembre), Claver-Carone tiene todas las papeletas para hacerse con los mandos del banco después de haber logrado el apoyo inicial de una parte sustancial de los países que forman parte del capital del organismo, entre ellos Brasil y Colombia. Pero con tres de las cinco mayores economías latinoamericanas abogando por la posposición del proceso (México, Argentina y Chile) y la presión europea haciendo su parte, hoy el aplazamiento se antoja más cercano que nunca.